jueves, 24 de abril de 2014

Mitos al descubierto. La batalla de Madrid: Octubre de 1936

Cuarto episodio de esta magnífica serie sobre la guerra civil. Muy recomendable.

Los cipreses creen en Dios de José María Gironella

"Pensaba escribir una reseña sobre esta magnífica novela, pero encontré una entrevista al autor de la misma y nadie mejor que él para hablar sobre su novela. Sólo decir que su lectura es altamente recomendable y plenamente actual. Para cualquier que quiera entender y conocer los años de la República y el por qué del estallido de la guerra civil encontrará en esta novela todo lo necesario."

En casi 50 años, José María Gironella ha vendido más de 12 millones de ejemplares de Los cipreses creen en Dios en todo el mundo. Este libro, que escribió en París porque en España no vendía nada, se ha convertido ya en un clásico. Menospreciado por unos, elogiado por otros, la novela tiene una virtud según su autor: no es objetiva, pero sí imparcial. La historia de una familia de clase media baja antes de la Guerra Civil en Girona, los Alvear, se convirtió en un fenómeno editorial cuando en España la sociedad media comenzaba a preguntarse el porqué de las razones de una confrontación entre familias. 

¿Por qué escribió el libro en París? 
Había escrito hasta ese momento dos libros, Un hombre, que fue premio Nadal en el año 1946, y La marea, que lo publiqué en Revista de Occidente. Por ello, tuve la ocasión de conocer a Ortega y Gasset, que me recomendó que viajara mucho. Me explicó su teoría de que los españoles viajaban poco. Con los libros no tuve ningún éxito. Del primero vendí, a pesar de ser premio Nadal, unos 800 ejemplares, y del segundo, no pasé de 1.000. Pensé que algo fallaba en mí. Así que en el año 49 le hice caso a Ortega y me fui con mi mujer a París. No tenía un duro en el bolsillo. Fue entonces cuando diseñé una trilogía sobre la Guerra Civil. Durante cuatro años hice cinco versiones de Los cipreses creen en Dios, que después se convirtió en un bestseller en todo el mundo. 

¿Por qué cinco versiones? 
Porque no tenía confianza en mí mismo. No me gustaba el texto. Mi mujer las leía todas. Me daba su opinión y volvía a comenzar. Y así cinco veces, hasta que me convenció el texto. Entonces lo llevé a una editorial francesa. Me lo compraron y, además, para traducir a seis idiomas más. Y volví a España. Nadie lo quería comprar porque era un mamotreto de 900 páginas sobre un tema como la Guerra Civil del que no existía interés. 

Hasta que se lo entregó a José Manuel Lara. 
Me lo encontré en Madrid, en un hotel donde estaba con su mujer. Me dirigí a ella porque es ampurdanesa como yo. Entonces, Lara tenía tres empleados y muchas deudas. Les expliqué el tema del libro. Les interesó. La mujer comenzó a leerlo aquella misma noche y a las dos de la mañana dijo: «Pepe, me parece que con este libro saldaremos las deudas». Firmamos el contrato. No era mucho dinero. Pero para mí fue importante. 

¿Cuál era su intención al dedicar su novela a la Guerra Civil? 
Todo lo que se había escrito hasta entonces, sobre todo autores extranjeros, como por ejemplo Hemingway, Malraux, Bernanos, eran libros sobre la guerra en concreto. Yo quería explicar el porqué de la guerra española; por qué el país se dividió en dos bandos irreconciliables hasta el punto de matarse los unos a los otros. Las causas colectivas, sociales, no solamente económicas, también de cultura religiosa. Ese fue el éxito. 

¿Tenía usted la trilogía clara desde el principio? 
Sí, claro. Pero si tenía éxito el primero. 

La familia protagonista de la novela, los Alvear, ¿considera que es una familia normal de la época? 
Así la hice. De clase media, justita. Empleado de Correos él, con un solo sueldo, para que no pudieran permitirse demasiadas filigranas. Con pocos hijos, sólo tres. Construí una familia que, ni eran proletarios obreros, como se decía entonces, ni ricos. Y venían de fuera. Los Alvear no son de Girona. Mi intención no era hacer un libro muy local, sino para toda España. También me evitaba que hablaran en catalán. Habría quedado demasiado local. 

¿Por qué tuvo tanto éxito? 
Porque nadie había explicado hasta entonces de una forma sencilla, no política, sino emocional, el por qué llegó aquella guerra. El público se preguntaba cómo fue posible que la gente se matara entre ella. Fue algo tan terrible que aún la gente, hoy en día, se pregunta cómo ocurrió. Qué pasó para que España se dividiera en dos. Por eso aún se vende. Y porque era un libro con una prosa muy sencilla, muy suave. Escribí fácil, básicamente porque yo pienso en catalán. 

¿Tuvo problemas con la censura? 
No. La razón es muy sencilla. Ya había firmado en París un contrato. Por lo tanto, sabía que el libro se publicaba seguro. El censor jefe de aquella época del que recuerdo su nombre, Florentino Pérez, que era del Opus, no la quería dejar pasar. Pero le dije al censor que saldría en el extranjero con una solapa que dijera. «Prohibido en España». Se lo pensaron y no sólo la dejaron pasar sin problemas, sino que me dieron el Premio Nacional de Literatura, firmado por el señor Fraga. 

Y conoce usted la opinión que tuvo Franco de la novela. 
Sé que Franco leyó Los cipreses... y la segunda parte, Un millón de muertos. Y dijo : «Esto sí fue la guerra». Fue un gran espaldarazo para el libro y para mi imagen frente a los militares y la dictadura que me iban detrás. 

¿Cree que su novela es objetiva sobre lo que ocurrió en España? 
No se puede ser objetivo porque se escribe desde la perspectiva de uno. Pero sí imparcial. No he leído ninguna novela sobre la Guerra Civil más imparcial que la mía. Hay muchas ideas disparatadas. Como la de los maquis. Ahora los han convertido en unos héroes y eran asesinos. Delincuentes que mataron a mucha gente indiscriminadamente. Como Lluís Companys. Comenzó a dar armas al pueblo. A los comunistas y anarquistas. Ellos comenzaron a matar a gente.