domingo, 17 de agosto de 2014

La boda del señor cura. Fernando Vizcaíno Casas.

Fernando Vizcaíno Casas, uno de los escritores más leídos y que por desgracia está cayendo en el olvido por el simple hecho de no condenar un régimen como la mayoría de la gente siguiendo la moda de hacer lo que te dicen sin pensar en ello.

Quitando el hecho de su gusto por el franquismo, esta novela es absolutamente genial. No solamente hace una crítica de la sociedad, de entonces y ahora, sino que trata la condición humana un poco más en profundidad.

El personaje central de la novela es el Padre Camí, jesuíta virtuoso donde los haya, fiel representante de la posguerra que a lo largo de su evolución, en vez de subir a los cielos, se deja llevar por las pasiones y traiciona todas sus ideas, hasta casarse con una streap-teuse.

Uno de los aspectos fundamentales de la obra es la justificación de los hechos del Padre Camí. Es impresionante ver el argumentario lógico para su transformación, y no sentirse mal consigo mismo.

La ignorancia es atrevida y cuando no se tiene conocimiento de ninguna clase se tiende a bajar todo al mismo nivel de uno mismo sin querer rebelarse contra la estolidez. La falta de constancia, la falta de Fe, la falta de fuerza en uno mismo lleva a justificar lo injustificable y lleva a la crítica más feroz a aquellos que siempre han permanecido en y lo mismo.

Todo principio tiene su final y viceversa. No podemos escapar contra ello, pase lo pase las cosas serán lo que tienen que ser y cuando aceptemos que nuestra existencia es como una roca en el meandro de un río, un suspiro, un segundo en la eternidad es cuando alcanzaremos la verdad y no evolucionaremos, si no que permaneceros firmes en lo único que realmente importa, la verdad.

Novela altamente recomendable, de fino humor y sútiles ironías.

Delicia para un inglés. Pío Moa

"Buen escrito de Pío Moa criticando la influencia del inglés en el español."


Para un inglés tiene que ser una delicia pasear por España: por doquier banderas británicas en las ropas, mochilas, comercios...  Gentes que se esfuerzan en entenderle y hablarle en inglés y sienten cierta vergüenza de no ser capaces, en su propio país. Anuncios en inglés por doquier, nombres ingleses en establecimientos españoles, pintadas en inglés. Colegios con la bandera británica en los que el inglés no es aprendido como idioma extranjero, sino como idioma a un nivel superior al del español, ya que, se dice, es el idioma de la cultura, el “nuevo latín”.  Se sentirá en una especie de Gibraltar gigantesco, donde la gente quiere olvidar que es española, incluso se avergüenza de serlo. Si  al paseante le da por abrir twitter o facebook verá la multitud de españoletes que escriben en español y para españoles, pero se presentan con frasecillas o títulos en inglés, y meten palabrejas inglesas venga o no a cuento.  La música que oirá en la radio y la televisión será muy mayoritariamente anglosajona o imitaciones chocarreras en español. Si entra en el Banco de Santander, por ejemplo, verá letreros en inglés, algo de “open bank” y cosas similares. 

Comprobará, en fin,  la existencia de un pueblo aculturado en el doble sentido de la palabra, con el espíritu servil del lacayo snob y paleto, ansioso de asimilarse, un poco como tantos “maketos” y “charnegos” se esfuerzan por olvidar su origen regional y adaptar sus nombres y apellidos al gusto de los separatistas... En el mismo ejército se exige como condición para ascender a  oficiales un buen conocimiento del inglés: será para entender las órdenes, porque hoy nuestro ejército está, en realidad, a las órdenes de Usa y de su segundo, Inglaterra. Es la realidad más real. Annie Bottle  quiere imponer también el inglés en la policía municipal madrileña. En una radio se ensalzaba el “buen inglés”  --no muy bueno en realidad-- con que Arturito Mas contestaba a una periodista de CNN...

   El problema es verdaderamente grave, sobre todo en la juventud, tan botellonera y de jijí-jojó, que, salvo por el folclore del fútbol,  ha perdido casi por completo su cultura sin adquirir realmente otra. La cultura española es hoy, mayoritariamente,  una grotesca parodia de la anglosajona, tanto más improductiva cuanto más anglobeata. Nadie habla de estas cosas, tan naturales parece verlas todo el mundo. ¿Hay salvación? Acabo de ver un mapa del porcentje de gente en los países europeos que pueden mantener una conversación en inglés. España es el más bajo, a pesar de todos los esfuerzos serviles realizados por políticos, instituciones, empresas, etc.  Ha sido una alegría. Con esta sociedad encanallada y degradada, si la gente pudiera hablar el inglés al nivel de los suecos o los holandeses, simplemente dejaría de hablar su propio idioma, o lo relegaría al fútbol y los botellones. Llenándolo, como ya se hace, de anglicismos, convirtiéndolo en espanglish.