domingo, 14 de septiembre de 2014

Un programa de historia único. Pío Moa


El programa “Cita con la Historia” ha nacido en primer lugar de la necesidad de clarificar hechos de nuestro pasado reciente que están siendo tergiversados o falsificados por  una intensa propaganda subvencionada desde el poder  y ligada a la Ley de memoria histórica. El peligro de dicha ley es doble: por un lado es antidemocrática, porque solo en países totalitarios es el poder político el que decide por ley  cómo fue el pasado, arrojando una seria amenaza para la investigación histórica independiente. Y por otra parte, la propia concepción  histórica de que parte esa  ley constituye una desvirtuación profunda  del pasado, envuelta en fraseología seudohumanitaria –algo típico, también, de los totalitarismos--.  A muchos les parecerá que se trata de asuntos secundarios o marginales,  de escaso interés para los problemas actuales, por lo que,  en frase tópica, “debemos mirar al futuro”.  Por desgracia el futuro no es visible y solo muy parcialmente intuible, y de él no puede aprenderse nada. Del pasado, examinado con mirada crítica, sí pueden extraerse lecciones provechosas. Decía Santayana, y está escrito en el campo de Auschwitz, que “Un pueblo que olvida su historia se condena a repetirla”. A repetir generalmente lo peor de ella. Y escribió Cicerón: “Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño”. Así, es evidente que una población ignorante es una población infantilizada, por eso mismo propensa a dejarse  llevar por demagogos  para,  finalmente,  perder la libertad.  De hecho, la citada ley ha dado lugar a vastas campañas de propaganda que vienen profundizando las divisiones en el pueblo español, recuperando viejos odios y fomentando los separatismos y fanatismos, todo lo cual compromete nuestro futuro, al que tanto dicen mirar quienes pretenden olvidar el pasado.  Esos son sus frutos evidentes por ahora.

   “Cita con la Historia” comenzó en el mes de de marzo pasado, con sesiones semanales dedicadas a un solo tema.  Así, ha tratado las represiones en la guerra civil y la posguerra, las causas del hundimiento de la república, los nacionalismos vasco y catalán, etc., Pero también asuntos más antiguos, como la Inquisición, la batalla de Cartagena de Indias o  el Regeneracionismo. El estilo del programa consiste en ofrecer  gran cantidad de información y poca opinión, lo que nuestra audiencia, en aumento,  ha apreciado en medio de  la barahúnda de opinión con escasa o mala información, tan corriente en la mayoría de los medios.  En suma,  se trata de ofrecer una visión de la historia más amplia, crítica, coherente y  amena,  de hacer un programa de alta divulgación, que actualmente puede considerarse único  en los medios.

   Hemos pasado ya el período de rodaje, creemos que de manera satisfactoria, y emprendemos ahora otra etapa en la que buscamos ampliar en gran medida la audiencia, un objetivo absolutamente necesario, pues de otro modo “Cita con la Historia” corre el riesgo de quedar reducida a un ámbito estrecho, muy inferior al de sus oyentes potenciales, y por tanto sin influencia real, sin capacidad de crear debate y opinión, pese a que el interés por la historia está creciendo, como indican muchos datos.  A ese fin hemos venido animando a nuestros oyentes a que adopten una postura activa, dándolo a conocer a su círculo de amistades, difundiéndolo en las redes sociales, etc. También queremos llegar a acuerdos con emisoras regionales o locales, aprovechando que, aunque el horario no es el mejor, también tiene, por ello mismo, escasa competencia. Ello es también importante por otra razón: desgraciadamente, los programas culturales de cierto nivel tienen mucho menos éxito que los programas de cotilleo, de sensacionalismo, etc., lo cual crea un círculo vicioso: al tener menos audiencia,  consiguen menos publicidad y  al tener poca publicidad tienen menos posibilidades de aumentar la audiencia. Por ello están en riesgo constante de desaparecer, a menos que obtengan   patrocinio o mecenazgo, algo a lo que la sociedad española sigue estando poco acostumbrada. El programa lo venimos haciendo unas pocas personas gratis et amore, es decir, sin cobrar nada, y esa forma de trabajar no puede sostenerse mucho tiempo. Por eso hacemos un llamamiento a nuestros oyentes para que, si tienen algún  negocio, se anuncien aquí,  o si tienen posibilidades ofrezcan alguna forma de mecenazgo.
"Cita con la historia" se emite los domingos, de 4 a 5 de la tarde, en Radio Inter
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Guareschi y el desmentido de los poderosos. Kiko Méndez-Monasterio


Un burro muere delante de la iglesia de don Camilo. Pasan los días y nadie lo retira, porque el alcalde no parece muy preocupado por el cadáver de la bestia. El sacerdote no resiste la provocación y acaba visitando el despacho del regidor: “Tengo un burro muerto desde hace una semana frente a la iglesia”. Peppone, que antes que alcalde es comunista, pregunta con guasa: “Pero padre, ¿no es el señor quien debe ocuparse de los muertos?” “Así es -responde don Camilo- pero también es mi obligación avisar a los parientes.”
Esta es sólo una breve muestra de “El mundo pequeño” que nos regaló Giovanni Guareschi, ese pueblo del valle del Po con un sacerdote peculiar que guarda ametralladoras en la sacristía para tener a raya al comunismo, que habla con el Cristo tallado de su iglesia y el Cristo le responde, y que gracias a todo eso –a las ametralladoras y a los consejos del Crucificado- suele evitar la explosión del conflicto civil y la revolución roja. Además de estar magníficamente escrito, uno quisiera que todos los curas fuesen como don Camilo y todos los comunistas como Peppone, por eso al libro se puede regresar en cualquier edad, que siempre nos roba una sonrisa, y al leerlo -por esa forma humanísima de mezclar humor, política y ternura- nos hace mejores. 
Además, a Guareschi hay que agradecerle lo mucho que hizo por los escritores perezosos y lentos, proporcionándoles la mejor de las excusas, porque siempre atribuyó a estas cualidades el nacimiento de su gran personaje, que Don Camilo aparece por primera vez en un artículo fuera de plazo, ese momento cruel en el que editores y directores se ciernen como rapaces sobre la víctima, y que suele ser el instante en el que surgen las mejores ideas.
Pero aparte de esta deuda que tienen con él los lectores y los periodistas informales, los méritos de Guareschi tienen que ver con la integridad que demostró ante los poderosos. Al conocer el caso que le llevó a la cárcel uno entiende mejor el carácter de su don Camilo cuando, por ejemplo se enfrenta solo a una escuadra comunista que cierra el paso a la procesión. Al llegar hasta ellos, el sacerdote agarra el madero de la cruz y le dice al Cristo “Teneos, Señor, que empiezo a repartir”... y los comunistas, claro, se apartaban.
Pues el caso es que Guareschi repartía a diestro y siniestro desde su semanario monárquico, “Cándido”, unas páginas que había puesto al servicio de la Democracia Cristiana pensando que era la única opción para derrotar electoralmente al comunismo. Claro que la DC acabó albergando hasta a la propia mafia en su seno, en ese tiempo en el que De Gasperi y Andreotti la definían como “un partido de centro con opciones de izquierda”. O sea, el PP de la época. Ni Don Camilo ni Guareschi la habían apoyado para eso, así que cuando llegaron a manos del periodista unas cartas comprometedoras de Alcides De Gasperi no dudó en publicarlas. Las misivas estaban escritas por el líder democristiano en 1944, y en ellas se solicitaba a los aliados que bombardearan Roma para minar la moral de los soldados de Mussolini, algo que no gustó mucho a los italianos.
La maquinaria del poder se puso en marcha contra el periodista, y en el juicio que siguió ni siquiera se admitió la prueba caligráfica -crucial para demostrar la verdadera autoría de las cartas- algo que que confirmaba la tesis del periodista. El caso es que Guareschi había desafiado a los poderosos de esa Italia mafiosa y corrupta, y por eso acabó en la cárcel. Por eso y por empeñarse -terco, como su sacerdote- en no retractarse ni en solicitar un indulto. Mantener la integridad entre tanta corrupción le costó más de 400 días de presidio, pero es muy probable que sus hijos, Camilo y Peppone, olvidasen sus diferencias para festejar orgullosísimos, la digna postura de su padre literario.
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lunes, 8 de septiembre de 2014

Julio Camba.

Un repaso a la obra de Julio Camba. Uno de los mejores periodistas y escritores españoles.