martes, 19 de mayo de 2015

1643 La batalla de Rocroi.


Rocroi, las Termópilas de la Infantería española.

La Historia la escriben los vencedores... casi siempre. Hay ocasiones, pocas, en las que el derrotado le arrebata la corona de laurel al vencedor y Fama, la mensajera de los dioses, le convierte en el héroe, en el modelo y el ejemplo para las generaciones venideras. Esas derrotas ennoblecen a los que cayeron sin claudicar, cuelgan como una guirnalda de victoria sobre las banderas que defendieron y su brillo deslumbra más en las metopas de la Historia que el de las victorias. Sucede así desde Troya, donde comienza la memoria colectiva deOccidente. En aquella guerra homérica el euténtico héroe fue Héctor, ignominiosamente derrotado por Aquiles. Héctor preludia en miles de años la consigna de Cánovas del Castillo "con la Patria, como con la madre, con razón o sin ella". Las gesta posterior de los espartanos en el paso de lasTermópilas hizo de su derrota una victoria moral y emocional que aún pervive en la memoria de los hombres en la misma medida que la orden dada por Leónidasa sus hombres antes del asalto final de los persas, "desayunad bien porque sólo puede prometeros que esta noche cenaremos todos en el infierno". En la batalla de Rocroi, cuyo 372 aniversario conmemoramos hoy, los Tercios Viejosespañoles firmaron con una derrota épica, casi más que con su historial de inumerables victorias, la leyenda que almena de honor a la Fiel Infanteríaespañola en la geografía militar universal. Al igual que en las Termópilas, también una frase pronunciada en Rocroi por uno de los pocos supervivientes españoles ha pasado a la Historia gracias a la admiración y al respeto que despertaron e inspiraron entre los vencedores: "¿Cuántos erais? Contad los muertos". En esa lacónica y altiva respuesta habita toda la grandeza de los Tercios Viejos españoles.

Estamos en 1643. España señorea Europa. Francia sigue disputándole a laMonarquía hispana la hegemonía continental, a la que aspira. Las tropas francesas presionan sobre Cataluña y el Franco Condado. Para aliviar esa presión España traslada el salón de baile de la guerrra más al norte, para obligar al francés a reducir sus contigentes militares en las fronteras de Cataluña y del Franco Condado. El lugar elegido para plantar las picas de sus Tercios y las botas de sus soldados está en esa zona, indeterminada entonces, entre las actuales Francia y Bélgica, de nombre suficientemente evocador: Las Ardenas. Allí está la villa de Rocroi, a la quen los Tercios españoles ponen cerco mientras esperan recibir refuerzos desde Flandes. Los refuerzos no llegan, pero sí las tropas francesas al mando de Luis II de Borbón-Condé. Comienza la batalla. Los refuerzos no llegan, pero sí el fuego enemigo. Los Tercios mantienen la posición batiéndose como leones confiando en la pronta llegada de los camaradas de Flandes. La batalla está en tablas. Los españoles aguantan clavados al terreno la tormenta que los franceses les echan encima como un tsunami de fuego y acero. La tardanza de los refuerzos es ya una sentencia de muerte y derrota. Así lo interpreta la caballería italiana, que aguardando en los flancos de los Tercios apenas ha entrado en combate y en plena carnicería no ha tenido bajas sensibles. Huele a derrota inapelable. Los italianos son muy sensibles a ese aroma. Los refuerzos no acaban de llegar y ellos desertan. La caballería italiana abandona el campo. Como en las Termópilas, en Rocroi se quedaron solos los bisoños y los veteranos de los Tercios Viejos. Se quedaron solos los españoles.

Su heroismo ha conmovido al enemigo que ofrece a los españoles una rendición honrosa con unas condiciones hasta entonces inéditas sobre un campo de batalla. Si las aceptan, saldrán con sus armas y sus banderas, se les rendirán honores militares, no se tomarán prisioneros y serán tratados como iguales mientras estén en manos del enemigo en espera de ser devueltos a los acuartelamientos y campamentos españoles. El Tercio viejo que queda en pie rechaza la claudicación, cierra el cuadro, inclina 45 grados las picas, embraza las rodelas, desenvaina las espadas y las vizcaínas y a la voz coral de "Santiago y España" inica el último ataque. Los refuerzos no llegaron. La derrota, tampoco. Lo que llegó en Rocroi fue la gloria que nació en las Termópilas y se hizo española en Numancia."¿Cuántos erais? Contad los muertos", respondió al enemigo un superviviente del Tercio. El condestable francés dijo de ellos "son murallas humanas". Exactamente igual que en Esparta, cuya ausencia de murallas sorprendía a los visitantes. Cuando preguntaban les explicaban que "las murallas de Esparta eran el pecho de los espartanos". Como los Tercios Viejos que combatieron en Rocroi en mayo de 1643.

Eduardo García Serrano. 
Fuente: Gaceta.es

jueves, 14 de mayo de 2015

Diccionario Aquilonia.

Aquilonia es un reino prehistórico mítico, uno de los que surgieron en Europa después del hundimiento de la Atlántida según lo imaginado por el joven escritor tejano Robert Howard, malogrado a los treinta años en 1936. Aquilonia deriva de Aquilón, que significa Norte o viento del Norte. Hemos escogido este nombre evocador para un diccionario tradicional. Como puede colegirse del propio nombre, es un diccionario mitológico. Sin embargo, Aquilonia es mucho más que esto: también es histórico, heráldico y bíblico. Ideado en 2014, año tras año irá aumentando el número de sus artículos, ampliando sus contenidos y corrigiendo los posibles errores que se hayan cometido.

Robert Howard
El objetivo de este proyecto es elaborar un diccionario histórico, antropológico, heráldico y mitológico lo más completo posible. Nuestro diccionario es en español o castellano, no catalán ni portugués, puesto que debe ser accesible para el mayor número de lectores. La redacción debe ser inteligible para cualquier lector, pero no vulgar. El modo subjuntivo se empleará toda vez que proceda. Se evitarán los idiotismos. Se eludirán las palabras y las expresiones anglosajonas. No debe contener erratas ni faltas de ortografía, cada día más frecuentes en las nuevas generaciones. Escribiremos Siva, no Ziva ni Shiva; Visnú, no Vishnu ni Visnou; Zoroastro, no Zaratustra (pero se respetará la forma Zaratustra para el personaje de Nietzsche); Yahveh, no Yavé ni Jehová; Abraham, no Abrahán; Absalom, no Absalón; Mahoma, no Muhammad, y para los demás Muhammad se pondrá Mohammed o Mahomet; Alá, no Allah; Abdalá, no Abdallah; Solimán, no Sulayman, etc. En el caso de los musulmanes españoles, se preferirán las formas Abén y Beni en vez de Ibn y Banu. Con los nombres y apellidos, intentaremos seguir el ejemplo de los clásicos de nuestro Siglo de Oro, que escribían Médicis, Maquiavelo y Bodino. Es preferible escribir Juan Bodino en vez de Jean Bodin, Carlos Marx en vez de Karl Marx, Federico Nietzsche en vez de Friedrich Nietzsche, José Arturo de Gobineau en vez de Joseph Arthur de Gobineau, Julio Verne en vez de Jules Verne, etc. Pero no se escribirá Carlos De Gaulle, sino Charles De Gaulle (aunque nuestros clásicos habrían escrito Carlos de Gaula); ni Julio Evola, sino Julius Evola; ni Renato Guenón, sino René Guenón (eludiendo la acentuación francesa en la primera sílaba Guénon que produce confusión en castellano, pues no es acento tónico). En el caso de los gentilicios, escribiremos fineses, no finlandeses (pero sí irlandeses); berberiscos, no bereberes; zenetes, no senatas; idumeos, no edomitas; amorreos, no amoritas; coseos, no kasitas; raiputas, no raiputs; sigios, no sikhs; turcomanos, no turkmenos; mongoles, no mogoles (salvo en el título concreto del Gran Mogol); semínolas, no seminoles; síux, no sioux; arapajos, no arapahoes; guayandotes, no wyandots; cheroquis, no cherokees; yutas, no utes, etc. El traductor español de la Historia de las Cruzadas del ilustre Steven Runciman, un tal Germán Bleiberg, escribe erróneamente turcos seléucidas en vez de selyúcidas, ya que los seléucidas son los descendientes del general macedonio Seleuco, mientras que los selyúcidas lo son de Selyuk (y en otros textos encontramos formas inadmisibles, por ejemplo el galicismo seldjoucides). Con respecto a los plurales, se encuentran formas incorrectas, como hindús, bengalís, manchús y aymarás, debiendo decirse hindúes, bengalíes, manchúes y aymaraes, etc. En el caso de nombres geográficos, se escribirá Oporto, no Porto; Lérida, no Lleida; Perpiñán, no Perpinyà ni Perpignan; Carcasona, no Carcasonne; Burdeos, no Bordeaux; Tures, no Tours; Tolosa de Francia, no Toulouse; Tolón, no Toulon; Ródano, no Rhône; Marsella, no Marseille; Lausana, no Lausanne; Milán, no Milano; Florencia, no Firenze; Agrigento, no Girgenti; Aquisgrán, no Aachen ni Aix-la-Chapelle; Maguncia, no Mainz ni Mayence; Ratisbona o Regensburgo, no Regensburg; Támesis, no Thames; Cornualles, no Cornwallis; Nortumbria, no Northumberland; Nueva York, no New York; Filadelfia, no Philadelphia; Misisipí, no Mississippi; Nueva Orleáns, no New Orleans; San Luis, no Saint Louis; Luisiana, no Louisiana; Nuevo Méjico, no New Mexico; Tejas, no Texas; Jerusalem, no Jerusalén (forma consagrada en castellano, pero demasiado vulgar y contraria a la etimología); Mequínez, no Meknes; Mazalquivir, no Mers-el-Kebir; Azerbayán, no Azerbaijan; Iraq, no Irak; Penjab o Penyab, no Punjab; Bengala, no Bangla; Dekán, no Deccan; Haiderabad, no Hyderabad; Kampur, no Cawnpore; Lajno, no Lucknow; Matura, no Muttra; Meliapur, no Milapore; Singapur, no Singapore; Ceylán, no Ceylon; Camboya, no Cambodge ni Kampuchea; Birmania, no Burma; Peking, no Bei-jing ni Pequín; Formosa, no Taiwan; río Azul, no Yang-tse-kiang; río Amarillo, no Hoang-ho; Puerto Perla, no Pearl Harbour y menos Pearl Harbor… Pero se respetarán algunos nombres aceptados, por ejemplo Lyon o Sao Paulo, que no conviene escribir León o San Pablo. Washington hay que escribirlo forzosamente Washington, ya que la capital federal de los Estados Unidos sale del apellido de su primer presidente Jorge Washington. En el caso concreto de la capital camboyana Fnom Peng, debe saberse que los autores del Siglo de Oro la llamaban Chordomuco. Sea como fuere, nuestro diccionario, una vez transcrito el nombre geográfico castellano, informará sobre los nombres equivalentes en otros idiomas. Los títulos de las obras literarias y musicales irán en cursiva: la Historia de España del padre Mariana. Algunas obras concretas no necesitan la cursiva, por ejemplo la Biblia, el Génesis, el Evangelio, el Apocalipsis, el Corán, la Ilíada, la Odisea, etc. Las citas de autores irán con letra cursiva y entre comillas: Dijo don Quijote: “Con la iglesia hemos dado, Sancho”. No se incluirán en nuestro diccionario toreros, deportistas, actores, cantantes y miembros de la farándula, salvo casos concretos. Sí figurará, por ejemplo, el torero Mazzantini, porque además de torero fue político (y estaba afiliado por cierto a la Masonería). No imitaremos a la Gran Enciclopedia Larousse, esa basura editorial que hace figurar en sus páginas a Lola Flores y excluye a Gustavo Le Bon (considerado maestro por Mussolini y por De Gaulle). En la descripción de los personajes, hay que señalar los casos de cristianos nuevos, y tratándose de hispanoamericanos precisar si eran criollos, mestizos, indios, negros, mulatos, etc. También la militancia masónica, o jesuítica, o del Intelligence Service (Madame Blavatsky, Sabino Arana, Indalecio Prieto y el general Jordana, como ejemplos destacados) y la pertenencia a diversas órdenes de caballería o de otra clase, etc. Muchos diccionarios no aportan este tipo de información.

Defectos de algunos diccionarios que debe evitarse: según Wikipedia (a la fecha presente 2014) el Papa Luna murió en 1423, lo mismo dice una intitulada Enciclopedia Aragonesa disponible en la Red, y otros muchos que sin duda copian de Wikipedia. La cronología de Dreyss dice 1424, el profesor Funk de Tubinga dice lo mismo, Fontbrune detalla septiembre de 1424. En el caso del escritor Pedro Muñoz Seca, la Gran Enciclopedia Larousse (edición española de 1972) dice con desfachatez que fue condenado a muerte y fusilado, cuando en realidad murió villanamente asesinado en las sacas ilegales de las cárceles, sin que su caso fuera visto por ningún tribunal. También dice que el historiador jesuita Zacarías García Villada murió en Vicálvaro en 1936, omitiendo el dato de que fue asesinado. También dice que el secretario general del PCE, José Díaz, vivió en la URSS hasta su fallecimiento, cuando en realidad se tiró (o le tiraron) por la ventana de un cuarto piso, etc. Etc. Nosotros no podemos decir que el Tibet sea “una región autónoma de la República Popular China de 1.221.600 kilómetros cuadrados”, como hace Larousse. Esto es una burla para los lectores, quienes deben saber que: 1º el Tibet no goza de ninguna autonomía, pues el régimen comunista chino lleva más de medio siglo intentando borrar por todos los medios su lengua y su cultura tradicional, e incluso queriendo que desaparezca el pueblo tibetano; 2º el Tibet no es“una región”, sino un país más grande que Alemania, Holanda, Bélgica, Francia, España y Portugal juntos; y 3º el Tibet abarca realmente 2.200.000 kilómetros cuadrados, incluyendo dentro de sus límites naturales la cuenca del Kuku Nor o Lago Azul, que los chinos llaman Tsing Hai o Mar Puro. Tampoco podemos aceptar la cifra de 1.200.000 habitantes dada por dicha enciclopedia en 1964, cinco años después de la huida del Dalai Lama, cuando las tropas chinas se dedicaban a perpetrar un brutal genocidio. ¿Cuántos de ellos eran colonos chinos puestos en lugar de los tibetanos eliminados? Finalmente, no es de recibo la frase diciendo que “cerca de 2 millones de tibetanos residen en las provincias chinas vecinas”, como si tratara de emigrantes que se hubieran desplazado a China buscando un nivel de vida mejor; estos tibetanos habitaban tierras tibetanas desde siempre, pero anexionadas por China, las cuales ni siquiera gozaban de autonomía teórica.

Estructura de los artículos: Cada artículo tiene su título, por ejemplo Felipe. Cada artículo empieza por la etimología: Felipe, del griego clásico Filippos, amigo de los caballos. Luego vienen varios apartados, el primero dedicado a los personajes mitológicos (en este caso ninguno, porque se trata del nombre castellano Felipe). Luego los emperadores romanos (en este caso tampoco, pues Filipo el Arabe debe figurar en el artículo Filipo). Luego los santos, por orden cronológico. Empezamos por San Felipe, el apóstol, contamos su vida y seguimos con los demás. Los santos que tengan apellido serán citados por el mismo orden, pero no se referirá su vida, sino que se remitirá a otro artículo. Si hubiera, por ejemplo, un San Felipe López, lo citaríamos, pero remitíriamos al lector al artículo López. Luego irá el apellido Felipe, con su origen y blasones (que, por cierto, no figura en el diccionario heráldico de González-Doria). Luego los personajes apellidados Felipe, por orden cronológico, acabando en el poeta León Felipe, donde nos remitiremos al artículo Camino, ya que éste era su verdadero apellido.

Dice una máxima hindú: "No hay derechos superiores a los de la Verdad". Este diccionario sólo aspira a ser una manifestación de ella.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Cita con la historia. La masonería. Pío Moa.


Cita con la historia. El franquismo y los judíos durante la 2ª Guerra Mundial. Pío Moa.


Cita con la historia. Antifranquismo y democracia. Pío Moa.


Cita con la historia. Los Mitos del Franquismo. Pío Moa.


Cita con la historia. Franco y la 2ª Guerra Mundial. Pío Moa.


Cita con la historia. La España mística. Pío Moa.


Cita con la historia. La persecución religiosa durante la guerra civil española. Pío Moa.


viernes, 8 de mayo de 2015

Cita con la historia. Edad de Asentamiento: Baja Edad Media. Pío Moa.


Cita con la historia. Democracia y franquismo. Pío Moa.


Cita con la historia. La Guerra Civil y sus mitos. Pío Moa.


Cita con la historia. Edad de Supervivencia de Europa: Alta Edad Media. Pío Moa.


Cita con la historia. Las 4 mujeres de Felipe II.


Cita con la historia. La formación de España al final de la Edad Media. Pío Moa.


Cita con la historia. La División Azul. Pío Moa.


Cita con la historia. La romanización de Europa. Pío Moa.


Cita con la historia. La Restauración liberal y su derrumbe. Pío Moa.


Cita con la historia - 36 - Las edades de la historia de Europa


Cita con la historia. La neutralidad de España en el siglo XX. Pío Moa.


Cita con la historia. Ley de memoria histórica


Cita con la historia. El Cid Campeador. Pío Moa.


Cita con la historia. España y la I Guerra Mundial. Píio Moa.


Cita con la historia. Felices años 40. Pío Moa.


Cita con la historia. Falsificación de la historia / Varios temas. Pío Moa.


Cita con la historia. La ETA durante el franquismo. Pío Moa.


Cita con la historia. La represión en la posguerra. Pío Moa.


Cita con la historia. El Maquis. Pío Moa.


Cita con la historia. Por qué se luchó en la Guerra Civil. Pío Moa.


Cita con la historia. Cómo se llegó a la Guerra Civil. Pío Moa.


Cita con la historia. Gibraltar. Pío Moa.


Cita con la historia. El mito de Guernica. Pío Moa.


Cita con la historia. La Inquisición. Pío Moa.


Cita con la historia. Blas de Lezo. Pío Moa.


Cita con la historia. La Reconquista, ¿mito o realidad? Pío Moa.


Cita con la historia. El franquismo. Pío Moa.


Cita con la historia. La Reconquista (1ª etapa). Pío Moa.


Cita con la historia. La Falange II. Pío Moa.


Cita con la historia. Al Ándalus. Pío Moa.


Cita con la historia. La Falange. Pío Moa.


martes, 5 de mayo de 2015

Cita con la historia. La responsabilidad de Azaña y Alcalá Zamora en marcha hacia guerra civil. Pío Moa


Cita con la historia. El inicio de España como nación


Cita con la historia. La campaña izquierdista sobre la represión en Asturias. Pío Moa


Cita con la historia. La insurrección de 1934


Cita con la historia. La transición, la gran desconocida. Pío Moa


Cita con la historia. Valle de los Caídos / Guerra de Sucesión


Cita con la historia. Inicio de la historia de España. Pío Moa


Cita con la historia. Inicio de la segunda temporada. Pío Moa


lunes, 4 de mayo de 2015

Cita con la historia. La caída de la II República. Pío Moa.


Cita con la historia. El reinado de Juan Carlos I. Pío Moa.


Cita con la historia. El regeneracionismo. Pío Moa.


Cita con la historia. El Vita. Pío Moa.


Cita con la historia. El separatismo vasco. Pío Moa.


Cita con la historia. El separatismo catalán. Pío Moa


domingo, 3 de mayo de 2015

Hillary Clinton delata la agenda oculta del nuevo orden mundial

“Los códigos culturales profundamente arraigados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse. Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales”. Estas palabras de Hillary Clinton, pronunciadas públicamente y sin tapujos en un simposio pro abortista, han dejado a más de uno con la boca abierta. ¿Reformar coercitivamente las religiones? ¿Dónde queda entonces la libertad religiosa? ¿Modificar las identidades culturales? ¿Dónde queda entonces la libertad, simplemente, de existir? Semejantes intenciones, en boca nada menos que de la principal candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, deberían haber abierto un fuerte debate. No ha sido así. Muy significativamente, los principales medios de comunicación en todo occidente han preferido silenciar el asunto. Revelador.
¿Qué significa eso que ha dicho Hillary Clinton? Uno, que los “códigos culturales profundamente arraigados”, esto es, las identidades culturales tradicionales, son en realidad nidos de “fobias estructurales”, es decir, prejuicios que es justo y razonable eliminar. Dos, que dentro de esas “fobias estructurales” están “los dogmas religiosos tradicionales”. Tres, que los gobiernos, el poder público, están legitimados para utilizar su fuerza coercitiva contra los dogmas religiosos y las identidades culturales. Cuando se repara en que esa fuerza coercitiva es, en plata, el “monopolio legal de la violencia”, uno frunce inevitablemente el ceño en un gesto de preocupación. Cuando además se constata que las “fobias” y los “dogmas” son los principios tradicionales de la civilización occidental, es decir, la filosofía natural (por ejemplo, el derecho a la vida), entonces la preocupación asciende hasta la alarma. Lo que Hillary Clinton ha expresado es un proyecto político totalitario de ingeniería social y cultural. Ni más, ni menos.
Ese proyecto ya está en marcha
¿Sorprendente? En realidad, no tanto. Esos tópicos no son nuevos: circulan en la ideología moderna desde la revolución francesa. Por otro lado, guardan perfecta consonancia con lo que hemos venido viendo en occidente en los últimos veinticinco años, desde la caída del Muro de Berlín en 1989: los programas de ingeniería social de la ONU –con frecuencia avalados por los Estados Unidos-, las políticas abortistas y homosexualistas adoptadas por casi todos los países europeos y el desmantelamiento de las identidades étnicas en el espacio occidental. Hillary Clinton se ha limitado a hacer patente lo que ya estaba latente.
Estas palabras de Hillary Clinton han sido interpretadas en clave estrictamente norteamericana: son un proyecto de ingeniería social –más bien diríamos espiritual- en un país que se precia de haber nacido sobre la base de la libertad religiosa. Es cierto que, en el contexto norteamericano, semejantes ideas no dejan de ser una rectificación de la propia identidad fundacional del país, de manera que es comprensible el estupor de muchos. Sin embargo, los propósitos de Clinton forman parte de los temas habituales de la izquierda yanqui desde 1968. Por así decirlo, lo que hemos visto ahora es su “puesta de largo”, su transformación en programa político sin camuflajes.
Del mismo modo, muchos observadores han visto en estas declaraciones de Hillary Clinton una especie de declaración de guerra contra el cristianismo. Es también una perspectiva correcta, pero incompleta: la guerra no atañe sólo a las religiones tradicionales, sino que se extiende, como dice la propia señora Clinton, a los “códigos culturales arraigados”. Es decir que toda identidad cultural histórica, sean cuales fueren su espacio y naturaleza, deben también ser reformadas coercitivamente por el poder público. No es sólo la religión la que corre peligro; la amenaza se extiende a cualquier rasgo identitario que no encaje con el programa del “tiempo nuevo” marcado por la globalización y su potencia hegemónica, que son los Estados Unidos de América.
¿Y los europeos qué hacemos? En general, seguir la estela. Bien es cierto que el camino presenta complicaciones inesperadas y éstas han tardado poco en surgir. Es francamente difícil mantener la cohesión social en un contexto de desmantelamiento de los “códigos culturales profundamente arraigados”. A este respecto la experiencia francesa es sumamente interesante: desde los años 80, Francia ha vivido un proceso de construcción de una nueva identidad sobre la base de la llamada “identidad republicana” que, en la práctica, ha consistido en la destrucción de los referentes clásicos de la nación y su sustitución por dogmas nuevos. “Francia –decía De Gaulle- es una nación europea de raza blanca y religión cristiana”. Empezó a dejar de serlo muy poco después de la muerte del general. El europeísmo se convirtió en una suerte de cosmopolitismo que veía a Francia como protagonista de un mundo sin fronteras, un mundo en el que la propia Europa no es otra cosa que una región privilegiada en el contexto global. Asimismo, cualquier factor de carácter étnico –racial, cultural, etc.- empezó a ser tabú en provecho de una sociedad de nuevo cuño edificada sobre la afluencia masiva de población extranjera. En cuanto a la religión, iba a ser sistemáticamente postergada en la estela de un laicismo radical que no ha amainado ni siquiera cuando Sarkozy, en San Juan de Letrán, descubrió ante Benedicto XVI los valores del “laicismo positivo”. El resultado ha sido una nación desarticulada en lo político, lo económico y lo social. El discurso oficial sigue caminando hacia el mismo sitio, pero la realidad social ya marcha por otra. El crecimiento del Frente Nacional no es un azar. Los políticos tratan de reaccionar adaptándose al terreno. Lo último fue ver al primer ministro Valls, que el año anterior había abierto institucionalmente el ramadán, reivindicar ahora el carácter inequívocamente cristiano de Francia. Quizá demasiado tarde.
Sea como fuere, lo que ha expuesto la candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos es mucho más que una declaración de intenciones: es cabalmente el programa del nuevo orden mundial, que para imponerse sin grandes resistencias necesita, precisamente, derruir los arraigos culturales y las religiones tradicionales. Era inevitable que alguien terminara invocando la fuerza del Estado para ejecutar coercitivamente la operación. Hillary Clinton lo ha hecho. La izquierda europea, muy probablemente, se subirá al carro. Así veremos a nuestra izquierda respaldar la política mundialista en nombre del progreso. Las vueltas que da la vida…

José Javier Esparza. 

gaceta.es

viernes, 1 de mayo de 2015

Conferencia de Julián Marías sobre Heidegger



Buenas tardes, estamos ya en los amenes, como se solía decir, estamos ya terminando este curso; no nos queda más que esta conferencia y la próxima.


Hoy vamos a hablar de una figura particularmente importante: Heidegger. Es evidentemente Heidegger uno de los más grandes filósofos de nuestro tiempo. He tenido una ocasión de larga convivencia con él, que quiero recordar hoy.


Heidegger se dió a conocer el año 1927: había publicado un libro Sein und Zeit, Ser y Tiempo, que tuvo una resonancia inmediata. Ortega leyó este libro inmediatamente y en el número de febrero de 1928 de la "Revista de Occidente", al final de un ensayo, puso una nota al pie de página que decía: "Sobre estos asuntos, finas verdades y finos errores en el libro reciente de Martin Heidegger: Sein und Zeit".


Es decir, lo había leído con gran interés, inmediatamente después de su publicación. Me gustaría saber -no puedo saberlo- ¿qué personas leyeron en ese tiempo a Heidegger? Hay un hecho curioso también y es que no se encuentra ninguna referencia a ese libro en la obra de Unamuno: las conexiones entre Unamuno y Heidegger son bastante claras, hay muchas semejanzas entre los dos pensadores. Me sorprendió mucho que en Unamuno no hubiera ni una sola alusión a la obra de Heidegger. Esto me pareció bastante extraño y tardé muchos años, hasta hace quizá 7 años, para caer en la cuenta de la razón de esto: Unamuno no nombra a Heidegger y parece no conocerlo -ni poco ni mucho- por la razón de que estaba en Francia. Si hubiera estado en Salamanca, como era habitual en él, hubiera sabido que se había publicado Sein und Zeit, lo habría pedido inmediatamente, lo habría devorado y con toda seguridad lo habría comentado. Pero en Francia este libro no despertó eco ninguno: nadie -o casi nadie- sabía que existía ese libro ni que significación podría tener. Y esto explica la ausencia total de referencias a Heidegger en Unamuno.


Esto se conecta con otra experiencia curiosa. Ahora les explicaré porque tuve yo diez días de convivencia con Heidegger el año 1955, en largas conversaciones... y se me ocurrió nombrarle a Unamuno, le pregunté por él, me parecía muy verosímil que lo hubiera conocido: había sido traducido bastante al alemán en los años veinte. Sin embargo, me dijo Heidegger que no lo conocía, que no había leído nada de él, pero que en cambio había leído a Lorca. Me sorprendió bastante, porque la distancia entre Lorca y Heidegger es inmensa...


Esto me lleva a pensar en cómo el mundo actual funciona, en cómo en definitiva se conocen las cosas de que se habla. Es evidente que por razones políticas que le dieron notoriedad inmensa a Lorca desde 1936 -la guerra civil española- llegó a su conocimiento y lo leyó con interés. Pero es evidente que mientras parece casi obligado el conocimiento de Unamuno por Heidegger no parece necesario el conocimiento de Lorca: y así marcha el mundo actual... La ausencia de uno y la presencia del otro; la ausencia mutua de Heidegger y Unamuno, es un fenómeno que requiere explicación y que evidentemente muestra una faceta de la vida intelectual de nuestro tiempo.


Yo leí a Heidegger -y esto parece tan inverosímil que si no fuera evidente lo pondría en duda- el año 1934. Yo me reunía con unas cuantas compañeras de estudios, compañeras de curso, para que yo les explicara -yo estaba un poco más avanzado en los estudios filosóficos y ellas tenían que preparar un examen llamado intermedio y no había cursos generales de filosofía, sino cursos puramente monográficos- ciertos temas bastante generales de filosofía. Y lo hice dos años, con dos grupos, y hicieron el examen con un éxito bastante sorprendente, porque habían encontrado en esos cursos míos improvisados lo que necesitaban para aprobar el examen.


Al final del curso, informal, puramente amistoso, esas muchachas -me parece que eran doce o catorce- me regalaron dos libros. En la selección de los libros se notaba -claro está- la mano de Ortega: Sein und Zeit de Heidegger y la Ética de Nicolai Hartmann. Yo fui becario ese año en la Universidad de Santander, que se llamaba Universidad Internacional de Verano Santander -que no era, naturalmente Menéndez Pelayo, no se llamaba así; se llamó así muchos años después- y me llevé el libro de Heidegger, acompañado del diccionario alemán de Langenscheidt. Yo tenía una habitación de piso bajo y pasaba horas y horas con el libro de Heidegger y el diccionario. No hay que decirles que Heidegger no estaba traducido a ninguna lengua; es decir, a Heidegger no se lo podía leer más que en alemán. Y me parecía que no se lo podía leer más que en alemán, porque las muy pocas traducciones -muy fragmentarias que había- yo no las entendía, ni las entiendo. Yo a Heidegger lo entiendo en alemán solamente; en traducción, no entiendo nada absolutamente. Hay una traducción de mi maestro, profesor queridísimo, José Gaos, que tradujo muchos años después, pero tampoco la entiendo...


La dificultad de la lengua alemana de Heidegger es particular. El alemán no es una lengua fácil, pero además el alemán filosófico tiene ciertas dificultades, pero en el caso de Heidegger las tiene superlativas. Porque Heidegger escribe no alemán, sino su alemán particular. Tenía una idea que a mí me parece equivocada, errónea -pero en fin lo creía él- que la filosofía no se puede escribir más que en dos lenguas: griego y alemán. Yo creo que no, creo que es un error e incluso un error grave de Heidegger. Yo creo que la filosofía se puede... -iba a decir se puede escribir en cualquier lengua, pero tampoco lo creo: se podría hacer un catálogo de lenguas en las cuáles no se puede hacer filosofía; pero, en muchas, sí. Y en las grandes lenguas europeas, de las cuáles tengo alguna idea; y de otras -de las cuáles no tengo ninguna idea- estoy seguro de que se puede hacer filosofía.


Además el alemán que escribe Heidegger es un alemán muy personal; un alemán en el cual él introduce una enorme cantidad de variantes, de modificaciones. Hay una selección de vocabulario muy rigurosa. Emplea además algunos artificios que lo hacen particularmente difícil. Por ejemplo, usa dobletes, es decir, emplea la palabra alemana, de origen alemana, pero también emplea la palabra de origen latina, con un sentido distinto. Por ejemplo, él emplea todo el tiempo -y es el contexto capital de su filosofía- la idea de dasein. Dasein es un verbo y significa existir y naturalmente es también el substantivo "existencia", Dasein. Y naturalmente, la palabra Dasein se traduce por existencia, es la traducción normal. Pero entonces hay un momento en que Heidegger define Daseiny dice: "Das Wesen des Daseins liegt in seiner Existenz", si se traduce literalmente: "la esencia del Dasein consiste en su existencia", lo cual es una tautología. Yo he propuesto una traducción que por lo menos no es una tautología. Porque como "existir" es un infinitivo y el español -y el alemán- admite el infinitivo substantivado, que se convierte en sustantivo, entonces yo traduzco: "la esencia del existir consiste en su existencia". No es totalmente claro, pero no es una tautología. De modo que esto es una posible traducción, que me parece mejor que la tautológica: "la esencia de la existencia es su existencia".


Pero hay muchas cosas más. Por ejemplo, en alemán, las palabras van acompañadas frecuentemente de prefijos o de sufijos, que modifican el sentido. Por ejemplo: la palabra "preguntar" se dice en alemán "fragen"; pero hay los verbos compuestos: "anfragen", que es "preguntar a"; "befragen", que es preguntar en sentido transitivo, preguntar algo; "erfragen", preguntar en un sentido originario, algo parecido al prefijo ur, que es lo primitivo... Naturalmente, esto en español no tiene mucho sentido porque "befragen", "erfragen", "anfragen" no distinguimos; el alemán, sí.


Hay por ejemplo sufijos, una palabra tiene una terminación que altera su sentido y, por ejemplo, la palabra Zeit, significa tiempo y zeitlich es temporal; pero también hay zeitig -otro sufijo- o zeitmässig, adecuado al tiempo... En alemán esto se entiende, se entiende cuando está escribiendo Heidegger que le da un valor particular a estas formas; pero en español, no. Cuando Gaos tradujo elSein und Zeit, él inventó, forjó unos cuantos adjetivos como: temporal, temporáneo, temporaceo, temporoso... Yo me pregunto: ¿Y esto qué quiere decir en español? Se puede definir, se puede explicar qué entiende por temporaceo o temporoso, pero por sí mismas esas palabras no tienen significado alguno.


Como ven ustedes, las dificultades son considerables y a última hora encuentra uno una serie de expresiones que no acaban de tener un sentido determinado. Lo cual añade dificultades muy grandes a la lectura de Heidegger en cualquier lengua.


Hay además otro problema: es la dificultad de traducir las frases más importantes de Heidegger. Hay una frase famosísima, citada mil veces, según la cual, dice Heidegger, que el hombre es sein zum Tod, lo cual se traduce invariablemente como "ser para la muerte". Lo único es que esto no quiere decir en alemán "ser para la muerte"; porque la palabra sein, que quiere decir ciertamente "ser", quiere decir otras cosas, quiere decir "estar", los alemanes no dicen "estar" porque no tienen el verbo "estar". Yo he dicho a veces que darían una de las pocas provincias que les han quedado por tener los verbos: ser, estar y haber, tres maravillosos verbos para hacer filosofía.


Pero, claro, ser es ser o estar. Los libros de gramática -en general- dicen que "ser" es lo esencial, lo fundamental, lo permanente, mientras que "estar" es lo pasajero, lo transitorio, lo que es un estado momentáneo... Yo me pregunto si cuando rezamos el padrenuestro y decimos: "Padre nuestro, que estás en los cielos...", ¿queremos decir que está de veraneo? Me parece que no, si algo es permanente es ese estar en los cielos. Como ven ustedes, tiene un sentido radical, real, muy real. Yo he hecho una observación empírica, sin importancia ninguna, pero es bastante iluminadora: cuando a una mujer se le dice que es muy guapa, lo agradece, pero agradece más que le digan: "estás muy guapa": al decirle que "es muy guapa" se elogia su belleza, su calidad estética; cuando uno le dice a una mujer "estás muy guapa", quiere decir "te estoy encontrando realmente muy guapa", lo cual es algo concreto, real, eficaz...


Por otra parte, la preposición zu no quiere decir "para", sino "a". Es decir, la expresión "sein zum Tod", se podría traducir por "estar a la muerte". ¿Qué es lo que nos pasa a los hombres -y a las mujeres, evidente- no solamente cuando nos ha atropellado un camión o cuando tenemos pulmonía doble? El hombre está a la muerte siempre, está en posibilidad de morir, está en potencia próxima de morir, está expuesto a la muerte: y esto justamente quiere decir "sein zum Tod", estar abierto a la muerte, estar en esa posibilidad próxima, real, eficaz. Quiero decir por tanto que la traducción, que me parece incorrecta, de "sein zum Tod" como "ser para la muerte" se debe no tanto a que el traductor no sabe bien alemán, sino que no sabe bien español: es mucho más grave.


Esto naturalmente gravita sobre la comprensión de la obra de Heidegger. Como la obra de Heidegger es muy densa, complejísima, enormemente original, ha descendido a un nivel profundísimo de intelección y de conceptuación, esto quiere decir que la intelección de Heidegger es bastante problemática y naturalmente siempre cuesta mucho esfuerzo.


Por otra parte, Heidegger formula la empresa de su filosofía, es der Sinn der Seins überhaupt, el sentido del ser en general. Él trata de determinar lo que quiere decir "ser" y hace una distinción -que en algunas lenguas se distingue y en otras no- él distingue entre Seiendes y sein; lo que se ha dicho siempre: on/einai (en griego), ens/esse (en latín), ente -participio de presente- y ser (infinitivo). En alemán se distingue bien; en latín y en griego se distingue bien; en las lenguas procedentes del latín también se puede adaptar perfectamente. Es curioso porque en francés no se hacía esto: en francés se llamaba être lo mismo al ente y al verbo ser. Y es curioso como por influjo de Heidegger, cuando se introdujo la terminología de Heidegger, hubo que inventar una palabra en francés para decir "ente": étant, que es un participio presente construido sobre el verbo être. Y esto hoy se usa mucho y hay, por ejemplo, libros de filosofía que se llaman: L´être et les étants.


Como ven hay problemas muy delicados. Heidegger toma enormemente en serio esto e incluso hace una distinción que me parece un poco dudosa: él distingue entre lo que él llama óntico y ontológico, distinción bastante curiosa y que nunca acaba de quedar clara. Porque óntico es lo que les refiere a los entes, a las diferentes formas de entes; lo que se refiere al ser, es lo que él va a llamar ontológico (incluso hay un momento en que habla de lo que es óntico-ontológico...).


Vean ustedes, por tanto, como hay una gran dificultad conceptual si se quiere penetrar a fondo en el pensamiento de Heidegger.


Pero lo que tiene de más original, de más creador, es precisamente que él desciende a un nivel muy profundo, más profundo que todos los demás filósofos contemporáneos, sin duda ninguna, y entonces él distingue lo que es el problema fundamental de la filosofía: el sentido del ser en general; él trata de entender qué quiere decir la palabra ser -en general, en todos los sentidos-, pero -y ahí está el gran descubrimiento de Heidegger- el planteamiento del problema del ser depende precisamente del problema del Dasein, del problema del existir, porque justamente el nivel, diríamos, en que se plantea el problema del ser es el problema del Dasein, el problema -diríamos- de la persona. La persona que es cada una la suya, es cada uno de nosotros, es ese ente que somos nosotros. No es el hombre, porque si hablamos de hombre, hablamos de antropología, y aquí se habla precisamente de una estructura de la realidad misma; justamente de lo que llamamos el ser, persona. Y esto que se plantea el problema del ser en general; el problema del ser en general se plantea precisamente al analizar el Dasein, al analizar ese gemeines, ese cada uno de nosotros, que somos nosotros y que tiene un tipo de realidad nuevo, completamente distinto, que es lo que va a llamar existencial.


La palabra "existencial" la introduce Heidegger, siguiendo en definitiva a Kierkgaard, pero en definitiva es una expresión que no es enteramente clara tampoco, porque precisamente cuando pasamos a lo óntico, a lo que no es ontológico, ya se pierde este sentido: hay ciertos resquicios de inexactitud, de imprecisión terminológica.


Evidentemente llega Heidegger a un análisis de una enorme profundidad. Esa realidad a que llamamos Dasein, que es cada uno de nosotros, esa realidad personal es una realidad temporal, afectada por la temporalidad, condicionada por la temporalidad -no olviden ustedes el título del libro: "Ser y Tiempo"- y por tanto hay toda una serie de categorías, categorías que precisamente son las que van a dibujar la realidad en los diferentes aspectos. Él distinguirá por ejemplo entre lo que es existente -lo que es vorhanden- y lo que es zuhanden, lo que está a mano, aquello que manejamos nosotros y está a mano. Lo que existe, lo que está presente esvorhanden, lo que está delante, delante de la mano; pero zuhanden es aquello que está a mano. Es decir, elabora una complejísima ontología de las diferentes realidades, desde las cosas exteriores, las cosas que integran el mundo, las cosas físicas, hasta justamente lo más profundo de la persona.


Como ven ustedes, por tanto, la comprensión del pensamiento heideggeriano es enormemente complicada, pero desciende a unos niveles muy profundos: habla de vida auténtica y de vida inauténtica; de lo que es lo cotidiano y lo que no es cotidiano; lo que él llama Zuhandenheit... y todos los demás conceptos que hay que aclarar con la lingüísitica: no es que yo tenga interés en ser pedante, es que no puedo no serlo...


Entonces, la comprensión de Heidegger ha planteado problemas gravísimos -problemas a él, sobre todo- ¿cómo se puede comunicar el pensamiento de Heidegger?, ¿cómo puede estar uno seguro de comprenderlo adecuadamente?


Recuerdo que en esta reunión en el Château de Cerisy en Normandía, él dio una breve conferencia introductoria -¿Qué es esto de la filosofía? - Was ist das - die Philosophie?- y entonces nos pidió a cuatro de los participantes -Gabriel Marcel, Paul Ricoeur, Lucien Goldmann y yo- que hiciéramos cuatro contra-conferencias, que plantearan el problema general desde nuestro punto de vista personal, señalando las coincidencias, las divergencias, las discrepancias para presentar cuatro visiones de la cuestión fundamental, planteada por él en su conferencia inicial.


Y a continuación de ello se organizaron tres seminarios: uno sobre Kant, otro sobre Hegel y otro sobre el gran poeta Hölderlin, para él era algo capital. Y después unas reuniones, diríamos, ya de coloquio general y esto fue algo interesante: a eso he llamado la atención en un escrito que publiqué poco después: "El taller de Heidegger". Ahí se analizaban los conceptos, se desmontaban, se buscaba, se trataba de llegar al fondo - con dificultades considerables. Él era un hombre tímido y dijo: "yo soy muy tímido porque yo vengo de aldeanos". Era un hombre sencillo (iba a decir que tenía "los ojos de hombre astuto", como en el verso de Machado; tenía una actitud en cierto modo recelosa, cauta, de hombre de campo...). Él apareció vestido como todo mundo, con traje de calle, pero un día se puso una chaqueta verdosa por unas horas -vestido con esa ropa de la Selva Negra- y fue algo apasionante el ver a Heidegger analizando los conceptos, con esa simplicidad, entrando en la discusión, sin entender demasiado bien lo que se le decía si no se le decía en alemán. Había una convención, se había dicho: Heidegger habla en alemán y los demás entre sí y a él le hablan en francés. Se suponía que esto funcionaba; pero yo me dí cuenta de que cuando se le hablaba en francés, no entendía. No es que no entendía elfrancés; es que no entendía lo que se le decía en francés. Y al cabo de unos días yo ya me cansé y le hablé en alemán y entonces sí, entendía.


Como ven ustedes, era una experiencia humana, intelectual, realmente apasionante, era el estar en el taller de Heidegger -diez días estuvimos- hablando de todo, de la poesía, de los grandes filósofos -los griegos aparecían por todas partes- fue algo imborrable y pienso que los que pasaron aquellos días en Cerisy hemos tenido una huella enorme, que no se puede olvidar nunca. Salieron las cuestiones más profundas..., la clave de comunicación, de cómo se puede comunicar ese pensamiento en otras lenguas. Él nunca contestó claro sobre esto. Me acuerdo que Gabriel Marcel le preguntó, bastante en serio, pero él en definitiva se desentendía de la cuestión de cómo se puede expresar esa filosofía en otras lenguas: no quedó nunca claro.


Evidentemente la huella de pensamiento heideggeriano quedó en nosotros, prendió en nosotros y fue algo muy importante. Yo creo que esta experiencia -tal como la he contado a ustedes- con su incoherencia, con sus oscuridades, con sus vacilaciones, que requerían una larga reflexión posterior, en la soledad de la casa de cada uno, con los textos de Heidegger y otros..., eso fue algo absolutamente inolvidable y dejó una huella muy fuerte.


Estamos ya terminando este curso y nos queda Ortega. Ortega es otro mundo, otro estilo de la filosofía, no cabe estilo más profundamente distinto ni más profundo ni más valioso. Los dos han tenido una estimación más profunda el uno por el otro -por supuesto, no queda ninguna duda- pero es cambiar de clima, es cambiar de país, es cambiar de luz, es cambiar de estilo intelectual. Intentaremos hacerlo la semana próxima.