sábado, 11 de agosto de 2012

Las tribus urbanas de Madrid... hace 200 años


Una noticia curiosa. 

Madrid es un hervidero de tribus urbanas. Emos, pijos, mods, raperos, punks, góticos... Lo que para muchos es tener auténtica personalidad, para la sociología es una forma de pertenencia a un grupo, una forma de socializar, algo inherente al ser humano. Para otros son masas homogéneas –pero separadas– de piercings, tatuajes, marcas caras, «flequillazos»... que han surgido hace relativamente poco. Pero lo cierto es que hace ya cientos de años que las tribus urbanas existen. Al menos en la capital. En el Madrid del siglo XVIII ya se identificaban algunas de las que existen referencias pictóricas gracias a artistas como Goya y Atienza. Tribus urbanas, sí, pero castizas.
1. Donlindos. Actualmente, sería algo así como el «pijerío» de la alta sociedad. Con dinero y sin oficio, visten a la última moda y acuden a todos los eventos culturales y sociales posibles: tertulias, teatros, paseos, casas de juego y mesones. Se les reconocerá por sus pomposos adornos y peinados.
2. Petimetres. Esta «tribu» aparece ya en la época de los Borbones. El término fue españolizado, ya que proviene del francés «petit maitre», que sería algo así como «Directorcillo de Salón». El petimetre corresponde a la baja aristocracia, aunque es afrancesado, ocioso y amanerado, y representa los valores de la Ilustración. Por lo general, les gusta viajar y vestir con la moda de otros lugares, como medias de seda, camisas de volantes y joyas por doquier. Sus acompañantes son las petimetras que, por lo general, utilizan neologismos y palabras vanguardistas. Vamos, los «modernos malasañeros» del siglo XVIII.
3. El Majo y la Maja. El Majo madrileño exagera su aspecto racial y rechaza todo lo que viene de fuera. Es el español por excelencia, en contraposición al petimetre. Le gusta el fandango, la tauromaquia y demás diversiones populares. Habitualmente, portan camisas bordadas, chaleco, zapatos con hebilla y un imprescindible: capa española sobre el hombro y navaja en la cintura. Por lo general, el Majo es insolente y arrogante. Su acompañante, la Maja, es deslenguada, alegre y algo pícara. El suceso más destacable de este colectivo fue el del Dos de Mayo (1808), cuando el pueblo español se alzó contra las tropas francesas.
4. Chisperos. Este término hace referencia a los hombres apicarados –los lazarillos tormesianos– del pueblo bajo de Madrid. Su nombre proviene de su oficio de herreros y solían habitar las calles de Barquillo, Belén o Válgame Dios.
5. Los Manolos. Estos eran, por lo general, carpinteros y torneros, aunque algunos historiadores apuntan a que la mayoría de ellos soñaban con ser toreros o tener un prostíbulo. Los «manolos» –gentilicio de Manuel y nombre obligado del primogénito en las familias de judios conversos– dominaban el barrio de Lavapiés (conocido en aquel siglo, el XVIII, como Avapiés). De carácter fanfarrón y algo vulgares y socarrones, eran popularmente conocidos como «los señoritos andaluces de Madrid».

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