jueves, 14 de noviembre de 2013

A la sombra de la guillotina. Fernando Díaz-Plaja


Hoy más que nuna se recitan las famosas palabras de: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Siempre hemos aprendido que el fin no justifica los medios, pero los medios empleados para llegar a esas palabras, que son mentira, fueron brutales.

El autor Fernando Díaz Plaja hace un recorrido bastante ameno sobre los años más violentos de la revolución francesa.

"La Revolución Francesa constituye una de las etapas más importantes de nuestra historia. Gracias a ella los europeos, hasta entonces divididos en clases sociales estrictamente marcadas, aprendieron por la <<Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano>> que todos nacíamos con las mismas posibilidades en la vida. Napoleón se encargó, a través de su Código Civil y con el apoyo de sus victoriosos ejércitos, de llevar esa verdad a todo el Continente, una verdad que hoy nadie discute.

Es la cara luminosa de aquel acontecimiento. La sombría se refleja en la sangre que , como todo parto, humano o ideológico, se vertió en aquella ocasión. El autor ha querido estudiar aquí especialmente los años más trágicos, cuando la guillitina, también nuevo invento de la época, era la dueña de Francia. A su alrededor aparecen en el libro la actuación del Tribunal que firmaba las sentencias, los procesos más importantes, la vida de los condenados en las cárceles y de los que salvaron la vida en el exilio... temas sucesivos de una época en la que, como nuestras mayores virtudes -bondad, sacrificio, abnegación- y al sádico, desde la víctima al verduga en la Francia de aquellos años 1791 a 1795 lo que no hubo fue gente indiferente. Todos fuerin actores, de grado o por fuerza, en el siniestro espectáculo."

lunes, 11 de noviembre de 2013

Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Vicente Blasco Ibañez

Vicente Blasco Ibañez es uno de nuestros grandes escritores. Desafortunadamente ha sido utilizado políticamente hasta la saciedad. Cuando se utiliza a un escritor de esa manera, se ensucia la auténtica personalidad y nos quedamos con una máscara que nos impide apreciar la totalidad de un autor.

Pienso que la vida de Blasco Ibañez es bastante conocida, pero hay alguna cosa a resaltar. Su faceta política es casi la menos importante de su vida, tanto es así, que el mismo la abandonó.

Uno de los aspectos que más me han gustado de su vida ha sido el viajero y el aventurero. ¡Qué decir de su aventura argentina! Fundó dos colonias llamadas Nueva Valencia y Cervantes y estableció colonos españoles que allí se quedaron. Estuvo en Italia y escribió un libro maravilloso sobre el arte italiano llamado En el país del arte. Estuvo en Estados Unidos donde su libro Los cuatro jinetes del Apocalipsis fue el más vendido en el año 1919 y alcanzó tanta fama que le pagaban $1.000 por artículo. Si a todo esto le sumamos su vuelta al mundo que la describió en su Vuelta al mundo de un novelista, podemos ver, a mi juicio, a un gran español: luchador, vitalista, culto, cualidades todas ellas que cualquier hidalgo debería poseer.

El otro aspecto que me ha llamado la atención es su amor hacia la cultura. La pogresía actual lo toma como uno de sus próceres, pero ninguno de ellos leería al escritor favorito de Blasco Ibañez, Cervantes, insuperable decía él y razón tenía. Creó la editorial prometeo para promover a precios asequibles las obras de autores clásicos y contemporáneos: Aristófanes, Quevedo, Shaskepeare, Zola, Dumas, Poe, etc. ¿Cuántos de nuestros queridos pogres leen a estos autores?

Amaba la música clásica, especialmente Wagner, tanto es así que nombró a uno de sus hijos Sigfrido. Para escuchar a Wagner hace falta tener una sensibilidad especial, un alma culta, hay que elevarse por encima de la mediocridad para poder apreciar tan bella música.

"Esta novela fue publicada en 1916, en pleno horror de la <<Gran Guerra>>. Blasco Ibañez representó con singular acierto las distintas fuerzas, intereses y mentalidades cuyo enfrentamiento llevó a la primera conflagración mundial. Estructurada en torno a la historia de dos familias -los Desnoyers y los Hartrott- que, aunque provenientes parcialmente de un tronco común, pertenecen cada una a uno de los dos bandos en conflicto, la novela discurre ágilmente por los escenarios dantestos de una Europa rota, sobre cuyos desolados campos de batalla el gran vitalista que fue Blasco hace latir finalmente, salvaje e invencible, el deseo de vivir."

Quien quiera saber más de Blasco Ibañez, hay una película sobre su vida dirigida por Luis García Berlanga.

Ricardo de la Cierva, el erradicado. Pío Moa

Durante un debate televisivo, una catedrática de Historia contemporánea se jactaba de que Ricardo de la Cierva había sido “erradicado” de la actual historiografía profesional. “¡E-rra-di-ca-do!”, repitió con énfasis y mal disimulado cabreo, para aplastar a un colega que había tenido la malhadada idea de citar al historiador, convertido en tabú en la Universidad y en la mayoría de los libros de Historia: o se le silencia o se le despacha con alguna frasecilla displicente. Así entienden el debate intelectual esos pésimos historiógrafos, inquisidores vanidosos que se ensalzan a sí mismos como “serios” y “científicos”.

Contra Ricardo de la Cierva todo ha valido, desde las descalificaciones insultantes en la prensa al cúmulo de rumores personales y profesionales, calumniosos como suelen serlo, y en todo caso ajenos a cualquier pretensión de prueba, tan frecuentes en círculos universitarios y académicos, muy dados, por lo común, al chismorreo insidioso y muy poco al intercambio y discusión de ideas que debieran serles propios. El bajo nivel científico de nuestra universidad se manifiesta en sus trabajos, pero también en esa actitud esterilizante y cerrada al debate –aunque a veces, cuando se abre un poco, casi resulta peor–, mezcla de beatería de secta, de ansiedad de cada cual ante la posibilidad de ser “pirateado” (pues la tendencia a parasitar ideas ajenas está muy difundida), y de miedo a quedar en evidencia fuera de los clanes aquiescentes.

Quien, rompiendo el tabú –algo difícil, sobre todo para un estudiante–, compare los libros de Ricardo de la Cierva sobre la Guerra civil y otros hechos de nuestra Historia, con los de esas erradicadoras lumbreras, nota enseguida la superioridad del erradicado. El cual no les supera por sus tesis sino, ante todo, por el cúmulo de datos y documentación decisiva en que las apoya, y que sus enemigos (pues lo son, y no simplemente adversarios intelectuales) pasan sistemáticamente por alto o les dedican referencias vagas, y lo hacen precisamente por su valor demostrativo, demoledor de las tesis hoy en boga. Vale la pena observar de pasada cómo el descaro y falta de respeto a la verdad por parte de esos individuos acaba de manifestarse de nuevo en sus escasas y ridículas reseñas del libro de documentos soviéticos España traicionada.

Pero, se objetará, si es así, ¿cómo puede haber sido Ricardo de la Cierva tan eficazmente aislado en amplios ámbitos intelectuales y en casi todos los medios de masas? ¿Puede tener él razón contra casi todos los demás? De lo segundo, nada. Un número muy alto de profesores e historiadores comparte más o menos las tesis de De la Cierva, o reconoce, por la simple necesidad de estudiar la Historia, la veracidad de la mayor parte de ellas. Pero poquísimos se atreven a decirlo en voz alta y clara, pues existe un auténtico miedo a pasar por “facha”, a compartir las descalificaciones y desprecios tributados a aquel. Es más, no faltan quienes, estando de acuerdo con él en lo principal, se unen al coro de los despreciadores o destacan los defectos del erradicado (¿quién no los tiene?), en lugar de señalar, como sería ahora necesario, sus indudables aciertos. Pero Ricardo de la Cierva no sólo supera como historiador a quienes le proscriben, sino que además ha sabido sostener sus ideas contra viento y marea, con datos y argumentos, devolviendo los golpes en una actitud valerosa por desgracia muy poco seguida: de ahí la eficacia de su aislamiento.

Decía Churchill algo así como que el valor es la principal de las virtudes, pues sin él las demás naufragan. Ciertamente podría entenderse el desfallecimiento de tantos intelectuales si corrieran peligro, no ya de ser fusilados o de ir a la cárcel, sino simplemente de sufrir serios daños materiales. Pero no. El peligro consiste simplemente que les tachen de esto o de lo otro, y ante tan nimia amenaza, su amor a la verdad y a la ciencia flaquean. Y así está el panorama intelectual.


Artículo del año 2003.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Entrevista a Ricardo de la Cierva


Brigadas Internacionales. Ricardo de la Cierva


Ricardo de la Cierva es una de esas personas que todo el mundo conoce. Ha leído sus libros o al menos se ha oído hablar de él. 

Desafortunadamente hay una especie de manto de silencio sobre su obra. Se le tacha de todo excepto de buen historiador. 

Durante años he leído sus libros y poco a poco he ido apreciando sus tesis hasta coincidir en varias de ellas. 

En este libro de las Brigadas Internacionales, Ricardo de la Cierva arrea una serie de guantazos intelectuales de gran categoría. El libro lo escribió como respuesta a la sesión parlamentaría del año 1996 donde se aprobó concederles la ciudadanía española debido a sus aportes a la democracia. Vemos que la mentira lleva entre nosotros bastante tiempo. 

En este libro se argumenta contra la leyenda rosa de los brigadistas y los sitúa en su justo papel durante la guerra civil. Hay capítulos memorables como el dedicado al escritor británico Geroge Orwell, donde en su libro "Homenaje a Cataluña" describe la brutalidad y la absoluta falta de democracia, libertad y toda esta palabrería insípida. 

Para poder juzgar hay que conocer y este libro es una buena manera de adquirir los conocimientos suficientes para poder discernir entre la verdad y la mentira.