martes, 26 de marzo de 2019

Historia de Roma. Luis Suárez.

Historia de Roma del profesor Luis Suarez es una obra no muy conocida del prolífico autor. Es una obra editada en 1967 en una colección dirigida por el. Luis Suarez es doctor en historia y conocido por sus obras dedicadas al franquismo, así como las dedicadas al tiempo de los reyes católicos, del cual es un consumado especialista. No debemos dejar de citar su conocida "Historia de la Edad Media" de Espasa, tan prolija en datos.

La obra que hoy nos ocupa es un intento de explicar la historia de Roma en poco mas de 300 paginas dando a conocer los hechos mas relevantes de tan largo periodo histórico. De Rómulo a Rómulo se podría decir, no deja de ser irónico que el nombre del último de los monarcas se llamase de la misma manera que el mítico fundador. Del 753 a.c hasta el 476 d.c. Mas de 1000 años de historia, sin contar el imperio oriental, que llegaríamos hasta el 1453, más de 2000 años continuados de una misma cultura, de una misma civilización de la cual somos herederos.

La obra se divide en 6 apartados principales que son: el nacimiento de Roma, la unidad del Mediterráneo, la crisis romana, la elaboración del poder personal, el principado y el dominado. A pesar de no tener más de 300 páginas, el autor hace un arduo trabajo de concisión, nada forzado que facilita la lectura. Bien es verdad, que sin un conocimiento anterior de la historia de Roma, el lector novato puede no sacar todo el fruto de la lectura. El periodo de expansión romana, península itálica, las ciudades griegas, así como las guerras púnicas son de gran riqueza y el autor no se pierde en los detalles puramente bélicos, si no que da las pinceladas para explicar la crisis romana y la influencia helena y el cambio producido en la sociedad romana de la época. Roma dejo de ser una sociedad rural, sencilla en sus tradiciones, para copiar a los griegos, no sólo en su cultura, sino en su religión.

El problema de libros como el presente, es su limitación de espacio y con temas tan profundos, como Roma, nos deja con un sabor agridulce al no poder dedicar más páginas, a lo que uno considera fundamental de la historia de Roma. Me refiero a Julio César, arquetipo por excelencia, militar y político como no ha habido otro, ser absolutamente fundamental en la historia occidental. Julio César,  fue el tránsito a un mundo nuevo, debido al desgaste del sistema republicano, donde un hombre representaba la voluntad del pueblo romano, y no me refiero solo a la ciudad de Roma, sino a la romanidad, a la idea de imperio que posteriormente desarrolló su sobrino Octavio, como sus sucesores, de los que hay que citar a Vespasiano, Antonino Pío, Trajano, Marco Aurelio, Diocleciano, Constantino, Juliano el Apóstata, Teodosio y má,s que aunque no hayan pasado a la historia como los demás, no deben dejar de tener un sitio en el panteón de los mejores.

Después de Marco Aurelio y Cómodo, el imperio entra en lo conocido como la crisis del siglo III, época de gran calamidad, pero que llevaba en ella el germen de la recuperación, como se vio con el sistema de la Tetrarquía de Diocleciano, el imperio duro todavía doscientos años más.

El autor es católico confeso, pero no deja que el libro se vea afectado por su religiosidad y en cambio nos deleita con un resumen de las ideas religiosas de la época. Nos explica el conflicto entre paganismo y cristianismo. Habla sobre el helenismo, así como el mitraismo. La conversión de Constantino, si fue verdadera o no, el arrianismo, el Concilio de Nicea, los diferentes obispados, y dedicada unas páginas a Juliano el Apóstata, rápidamente desaparecido de la historia, pero que podía haber llegado a ser un grandísimo emperador con su recuperación del paganismo.

La Historia de Roma del profesor Luis Suarez es una obra recomendable, especialmente para aquellos que ya tengan un conocimiento previo de la misma.

sábado, 23 de marzo de 2019

Fernando Paz sobre Nuremberg.


Fernando Paz sobre La ideologia de género.


Pío Moa sobre Fernando Paz.


En defensa de Fernando Paz (Editorial de García Isac) - 22-3-2019.


El enemigo huele tu miedo. Por Eduardo García Serrano.

Qué fácil y qué rápido. El enemigo huele tu miedo como el cerdo las trufas, y te ataca por el flanco más débil. Prueba el coraje, la determinación y la capacidad de resistencia del adversario y si advierte que flaquea, que se amilana en tablas, que se esconde en el silencio y que abandona a su suerte al objetivo que ha puesto en la diana, redobla la ofensiva con el cuchillo entre los dientes… y vence.

Ni en la guerra, ni en la política, ni en una pelea de taberna valen de nada los corpus doctrinales, las grandilocuentes declaraciones de intenciones ni las altisonantes proclamas si no están acompañadas por el valor. El valor primordial que nos obliga, como un juramento, como la palabra empeñada, a no abandonar al camarada, al compañero, al que están zurciendo a puñaladas con las navajas de Albacete, tan letales como las mentiras de los Medios de Comunicación.

Qué fácil y qué rápido han vencido. Ya tienen la cabeza de Fernando Paz en una metopa del pabellón de caza de “fachas”, tan frecuentado por Pablo Iglesias, siempre acompañado en sus monterías por los perros periodísticos y políticos de la derecha cuando de delatar, señalar, olisquear, rastrear y abatir “fachas” se trata. Fernando Paz, en su congénita nobleza, creyó estar acompañado de lobos ibéricos para enfrentarse a la jauría… pero estaba solo. Más solo que los Últimos de Filipinas.

Pon tus ojos arriba, Fernando, siempre arriba. Y en el amargo trago de la mentira y la soledad recuerda siempre con orgullo el Adiós a las Armas de Luys Santa Marina: “Cuando esto acabe, volveré a mi vida. Ya no sé lo que de ella quedará, mas no podrá faltarme cielo arriba y tierra para andar/Cuando esto acabe, volveré a mi pluma, marchita el alma/Hice lo que debía. Terminada mi guardia, entrego consigna y afán”.

elcorreodemadrid.com

Entrevista a Pio Moa sobre Fernando Paz.

"Pienso que Pío Moa acierta en su análisis sobre Fernando Paz. No hace falta estar completamente de acuerdo con alguien, para defender la tan cacareada libertad de expresión. Todo mi apoyo desde este blog a Fernando Paz".


P. La izquierda y gran parte de la derecha se ha alzado contra el negacionismo de Fernando Paz respecto al Holocausto y los juicios de Núremberg. ¿Tiene ud algo que decir al respecto?

Creo que Paz tiene razón en lo principal. Según lo entiendo, no niega el Holocausto, es decir, la persecución genocida contra los judíos, en cierto modo implícita en la ideología hitleriana. Solo expone dos cuestiones de principio que están siendo vulneradas por la mayoría de los historiadores y los políticos. En primer lugar, que aquel suceso histórico, como todos los sucesos históricos, está sometido a la crítica y la revisión. Si negamos esto, vamos de cabeza al totalitarismo. En segundo lugar, que hay elementos de dicha persecución evidentemente revisables, como el de los seis millones. Es una cifra redonda mil veces citada. En torno a cuatro de esos seis habrían sido asesinados en Auschwitz, pero desde hace tiempo se sabe que la cifra real allí fue de 1,3 millones o algo así, con lo que la cifra global tendría que haber descendido en consecuencia. Pero se sigue repitiendo casi como una cifra mística. Coincido con Paz en esto, pero por mi parte no puedo decir más al respecto porque la visceralidad de que está cargado el asunto obligaría a una investigación a fondo que no estoy en condiciones de emprender, al menos hoy por hoy. 

P. De todas formas, tanto Vox como Fernando Paz pueden haber cometido un error, Vox por seleccionarlo y Paz por meterse en política.

El error estaría en plantear mal el caso. Paz se equivocaría si quisiera justificarse, dando autoridad moral a sus acusadores. Podría empezar con algo parecido a esto: “Ustedes me llaman negacionista sabiendo que es falso. Es decir, ustedes mienten. Y mienten porque es prácticamente lo único que saben hacer bien”. Y seguir desde ahí con una polémica que podría resultar iluminadora. Paz es un intelectual. ¿Debe mezclarse en política directa? Eso es una decisión personal. Tiene pleno derecho, pero la elección es suya. Claro que la política se parece a un pozo de víboras y desenvolverse en ella requiere mucho temple si no quieres convertirte en una víbora más.

P. ¿Y en cuanto a los juicios de Núremberg,  otro punto del ataque a Paz?

Aquí, de nuevo, tiene razón. No solo porque son tan revisables como cualquier otro hecho histórico, sino porque él propone una cuestión de enorme transcendencia y de muy difícil solución, si es que tiene alguna: de acuerdo con la ley natural, los líderes nazis tendrían que ser castigados, pero de acuerdo con el positivismo que hoy rige en todas las actitudes morales y legales, y por supuesto entre los jueces de Núremberg (salvo los soviéticos, que tenían otro enfoque),  no podrían serlo. Esos juicios han recibido muchas críticas y en Años de hierro he expuesto algunas. Empezando porque los regímenes representados por los jueces habían cometido a su vez bastantes de los crímenes achacados a los nazis. Por cierto que la acusación de “revisionismo” que suelen hacer los del nuevo Frente Popular ya demuestra su pensamiento totalitario: la revisión es un principio metodológico en toda ciencia. Pero ellos quieren presentar como una especie de sacrilegio cualquier discrepancia o crítica de sus teorías, que a menudo son simplemente estúpidas.

P. Hay un tercer frente contra Paz, el de su ataque a los autores de las ideologías “de género”.

Por mi parte estoy muy de acuerdo con la crítica de Paz a esa gente. Son verdaderos perturbados que se vienen imponiendo totalitariamente a base de manipular la idea de libertad, el victimismo, etc.  Lo dicho no quiere decir que esté de acuerdo en todo con Paz, pero en estos puntos fundamentales, sí. 

P. Alguna gente se ha extrañado de que Vox no recurra a usted y le ignore, teniendo en cuenta que es usted uno de los intelectuales que desde hace más tiempo han apoyado a ese partido.

Sí, algunas personas me lo han comentado. No sé si se debe a que siempre dejé claro que mi apoyo a Vox era desde fuera y crítico, o a que temen que algunas de mis posiciones, como la revisión del franquismo,  les resulten perjudiciales políticamente. En este último caso cometerían un error, aunque todavía subsanable, porque la cuestión de Franco es la cuestión básica de la democracia en España. Es decir, de su regeneración o de su completa degeneración a manos del nuevo frente popular, que incluye  hoy también al PP. Pero me ha llamado la atención que en ningún caso me citen, a pesar de que en diversos temas  me he adelantado a ellos, como a casi todos. Es un fenómeno curioso.

piomoa.es

viernes, 1 de marzo de 2019

Esa comunidad de destino llamada Europa. Dominique Venner

Hoy desunida, socavada por influencias nocivas y deletéreas, Europa se encamina, a gran velocidad, hacia la disolución de su antigua civilización y la desintegración de sus naciones, bajo los efectos combinados del envejecimiento, la inmigración y la esclerosis económica. Las viejas naciones europeas están amenazadas en su existencia por su crisis demográfica y los efectos de la inmigración masiva, mientras que los Estados europeos han sido desplazados por las nuevas potencias mundiales. Sería completamente ilusorio considerar a la impotente Unión bruselense como un actor capaz de rivalizar con China, la India, Japón, Rusia o los Estados Unidos, que son Estados coherentes y pujantes. A falta de recursos propios, sabemos que los débiles Estados europeos se ven obligados a ceder sectores enteros de su economía nacional a las sociedades capitalistas chinas, indias o árabes.

Contrariamente a lo que pretenden los adoradores de la mundialización, un Estado fuerte, encarnación del poder, así como el gran espacio estatal, continúan siendo los únicos y verdaderos actores internacionales. Cuando se comprenda esto, comprenderemos también que no existirá nunca un conjunto europeo, una potencia europea capaz de garantizar la supervivencia de sus pueblos y de sus naciones culturales, hasta que no exista un auténtico Estado europeo identitario, una robusta República europea de tipo federal que recupere y proteja la sustancia de las antiguas naciones, instrumento político al servicio de los pueblos y de los ciudadanos europeos de origen.

Todo se conjuga, por el momento, contra la edificación de un Estado político europeo. Los mundialistas, inventores del sistema bruselense, se complacen en pensar en un mundo sin enemigos en cuyo seno sus utopías democráticas se difundirían gracias a un mercado planetario que está arrasando las sociedades europeas. En el lado opuesto, los soberanistas nacionales se encierran en un discurso de encantamiento que ignora la brecha entre la debilidad de las antiguas naciones y sus declaraciones de intenciones. Por otra parte, los movimientos populistas, engendrados por el hartazgo de las poblaciones frente a las insoportables condiciones de vida, se encierran en el ilusorio repliegue prenacional y en el rechazo de la identidad europea.

Sería, por tanto, desesperante esta situación si no sobreviniera de forma imprevista un “choque sistémico”. Un choque causado por una convergencia de crisis. Esto tiene, como casi todo, su parte buena y su parte mala. El ineluctable choque sistémico que vendrá necesariamente, provocará que el poder reinvierta las erróneas imágenes que nos abruman, favoreciendo la emergencia de una conciencia europea, de “una voluntad comunitaria de supervivencia y de existencia libre en una misma soberanía”. Con otras palabras, el surgimiento de un nuevo europeísmo.

Los tiempos difíciles que esperan a la seudo-Unión europea y a los europeos darán buena cuenta de las instituciones bruselenses. Pero también obligarán a los europeos a caminar hacia una mayor unidad. Sin un Estado europeo potente, señala Gérard Dussouy, sin una auténtica política europea, el Viejo continente, minado por su debilidad económica y demográfica, lleno de fracturas y desencuentros, será conducido hacia una mortal marginación en un mundo dominado por gigantes potencias nada filantrópicas.

El peligro entrañará una brutal revisión de las “representaciones” caducas. Nuestros pueblos descubrirán que existe “una vía y sólo una, la del Estado europeo, soberano e identitario”. Con la prueba de los hechos, captarán finalmente que la ideología universalista, que subyace en nuestras actuales representaciones del mundo, les conduce a su perdición. Por necesidad, superarán sus etnocentrismos respectivos en provecho de ese nuevo europeísmo.

Al formular este audaz proyecto de un Estado federal europeo asociado con Rusia, no deben ocultarse sus obstáculos. Vemos claramente que la falta de comunicación entre los pueblos de Europa, atados por sus partidos nacionales y los funcionarios europeos, para la realización de sus objetivos, es el principal obstáculo para dar forma a una respuesta verdaderamente comunitaria frente a los desafíos que nos acosan. Pero contamos también con una nueva cultura política europea que invade a los nuevos partidos políticos, haciendo nacer una “vanguardia” europea capaz de constituir un primer “núcleo duro” al que los demás se irían agregando.

Dicho de otra forma, las nuevas realidades geopolíticas y el choque sistémico por venir, harán aparecer, frente a los Otros, la afirmación de un Nosotros europeo que separe claramente lo que pertenece al interior (lo europeo) de lo que viene del exterior (lo internacional). Una auténtica supranacionalidad se impondrá entonces como una cuestión de vida o muerte. Con la creación de un Estado auténtico, nacerá también un espacio económico europeo homogéneo y desconectado del mercado mundial del capital y del trabajo.

El malestar social e identitario que explica el fuerte auge de los nacional-populistas a través de todo el continente europeo, apunta, paradójicamente, a la comunidad de destino de los europeos. En el seno de estos movimientos surgirá un día la conciencia de que es necesario unirse si no se quiere desaparecer. La promoción de la identidad europea fundará una imagen cultural reconstituida y no absorbente de las identidades nacionales y regionales.

elmanifiesto.com