viernes, 11 de septiembre de 2015

Holodomor y Gran hambruna. Pío Moa.



Holodomor se llama a las grandes hambrunas de Ucrania en los años 30, provocadas por la colectivización y la política staliniana de castigo al campesinado burgués o pequeño burgués. Se calcula que perecieron 4-5 millones de personas (algunas estimaciones duplican la cifra, y otros la reducen a la mitad. En todo caso fue una mortandad tremenda). Ucrania tendría por entonces unos 30 millones de habitantes pereciendo uno de cada siete u ocho habitantes. La Gran Hambruna irlandesa, 85 años antes del Holodomor, mató a en torno a 1- 1,5 millones de personas de una población estimada en 8 millones, es decir, una proporción semejante o superior a la de Ucrania (para hacernos una idea, la guerra civil española causó algo más de 260.000 víctimas mortales en una población de 24 millones, y el hambre de posguerra menos de 4.000, en total algo más de una víctima por cada 100 personas). Hubo además otros dos millones o más de irlandeses forzados a emigrar en condiciones a menudo atroces.


Las semejanzas entre Holodomor y Gran Hambruna van más allá de lo meramente cuantitativo: ambas provinieron de unas políticas que, sin tratar de provocar deliberadamente el hambre, llevaban a ella. En un caso fue la colectivización, en el otro la ocupación de las mejores tierras irlandesas por ingleses y otros protestantes, reduciendo a la gran masa de los irlandeses a la miseria y a una subsistencia paupérrima a base de patatas. La colectivización, una idea absurda, se hacía no obstante con la intención de mejorar la producción y las condiciones de vida del campesinado, aunque diera los resultados contrarios. La expropiación de las tierras de los irlandeses se hacía con la intención de mejorar las condiciones de vida… de los ocupantes.


En los dos casos había grandes depósitos de alimentos (cereales, carne, etc.), protegidos por guardias armadas para que las víctimas no tuvieran acceso a ellos: mientras el hambre cundía dramáticamente, Irlanda exportaba productos agrarios, con gran beneficio para los terratenientes foráneos. Los emigrantes, hacinados en pésimas condiciones en barcos insalubres, fueron otra fuente de beneficios para los navieros ingleses. En los dos casos, además, hubo una propaganda culpando a las víctimas de su propia situación, incluso opiniones lamentando que la cosa no fuera a más, para acabar de una vez con el “problema” irlandés o la resistencia de los campesinos “kulaks” en Ucrania.


Estos son los datos globales. ¿Podemos hablar de genocidio en los dos casos? Parece que sí. Falta, sin duda, la intención abierta de exterminio, con lo que aquellas terrible hambres pueden achacarse a circunstancias no deseadas. Pero en ninguno de los dos casos se intentó siquiera imponer medidas efectivas que paliaran la catástrofe, lo que viene a ser algo muy parecido, una especie de genocidio hipócrita. Los hechos han dado lugar, sobre todo en el caso de Irlanda, a abundante literatura exculpatoria, difuminando o haciendo borroso el balance global para centrar la atención en tales o cuales detalles contradictorios (como “había también algunos terratenientes católicos que explotaban a sus colonos”, o “ingleses que simpatizaban con los irlandeses”, o “medidas de beneficencia”, o “los astilleros de Belfast marchaban muy bien”), que de ningún modo alteran dicho balance, sino que constituyen más bien una muestra más de hipocresía.


Lo mismo ocurre cuando se denigran las luchas por la independencia de Irlanda. La isla fue conquistada a sangre y fuego, esclavizados muchos de sus habitantes y despojados la mayoría, lo cual no queda desmentido por el hecho de que hubiera ingleses compasivos, o que algunos se volvieron nacionalistas irlandeses; o irlandeses muy prestos a colaborar con los invasores o a disculparlos (como pasó en España cuando la invasión francesa, o en Francia con los nazis en la SGM). También está claro que Irlanda solo se sacudió el “suave yugo” inglés por medio de la lucha armada y no por una acción pacífica y constitucional que Londres sabía manejar muy bien a su favor, partiendo de su posición de fuerza (y cuando no consigue manejarla, simplemente impone la fuerza desnuda, según vemos en Gibraltar). . Y es evidente que si en el Ulster ha mejorado la situación de los católicos y se les ha concedido un poco de autonomía, se debe en medida importante a la lucha armada del IRA, aunque muchas de sus acciones sean repulsivas y condenables. Como otras de sus contrarios. El hecho es que la violenta ocupación de Irlanda y reducción de la mayoría de sus habitantes a la miseria, un resultado de lo cual fue la Gran Hambruna, ha motivado un lógico resentimiento histórico entre la mayoría de los irlandeses, que les llevó en su momento a liberarse de sus “protectores”.


piomoa.es

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