martes, 8 de septiembre de 2015

Júbilo matinal. P.G. Wodehouse.

Hoy traigo como recomendación un clásico del humor británico como es P.G. Wodehouse. Hilarante autor, como pocos, pero antes de comentar brevemente el libro, ¿quién era Wodehouse? Autor británico de extraordinaria popularidad en vida, nacido en Guilford en 1881 y fallecido en 1975 en Nueva York. Periodista y autor de grandísimo éxito, con legión de admiradores en Estados Unidos, vivió en Francia y fue hecho prisionero de los alemanes durante la segunda guerra mundial. A pesar de haber sido internado en un campo de concentración, cuando fue liberado, se alojó en el lujoso hotel Adlon y realizó una serie de retrasmisiones radiofónocas para sus admiradores de Estados Unidos. Obviamente, la progresía y la estupidez, enfermedad que resiste cualquier vacuna, le condenaron al ostracismo, lo que provocó que Wodehouse no volviera a Inglaterra y tomara la ciudadanía americana. A veces, la pérfida albión trata a sus hijos a patadas.

El libro es de un desternillante humor, con situaciones imposibles, pero solucionadas magistralmente por el autor, gracias a la inimitable figura de Jeeves. Un libro es bueno, cuando en el silencio de la lectura uno mismo no puede reprimir una carjada en voz alta.

He aquí la sinopsis del libro: Todo comenzó una hermosa mañana, cuando Bertie Wooster, cegado por el júbilo que le producía la bondad del clima, aceptó pasar unos días lejos del mundanal ruido, en Steeple Bumpleigh. No sabía el muy urbano Bertie que se hallaba a las puertas de una de las épocas más tormentosas de su vida. Porque en la residencia de tía Agatha que afortunadamente estaba ausente, se encontraban nada más y nada menos que Florrie, una antigua novia de Bertie; Stilton Cheesewright, el novio actual que, claro está, odiaba al antiguo, o sea a Bertie; Lord Worplesdon, que le odiaba aún más, y Edwin; el joven explorador hijo del lord, de quien lo más elogioso que podía decirse es que era una ofensa para el paisaje. Menos mal que para neutralizar tan malas vibraciones, también estaban allí la simpática Zenobia Hopwood y Boko Fittleworth. Y el inefable Jeeves, el mayordomo modélico capaz de convertir una posible catástrofe en un enredo de lo más regocijante.

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