miércoles, 2 de noviembre de 2011

Reflexiones de Pío Moa sobre el debate con César Vidal.


Pío Moa ha continuando escribiendo sobre el debate empezado por César Vidal con motivo de la diferenciación del trabajo en España y en otros países especialmente de cultura protestante. Considero que las reflexiones que hace Moa son interesantes y es de lo mejor que ahora mismo se puede leer en internet sobre cuestiones históricas.  

 Un amigo califica de anacrónico este debate, y en cierto modo tiene razón, ya que desde el punto de vista teórico está solventado hace mucho en contra de la tesis weberiana de la superioridad económica –y más que económica-- del protestantismo; y también desde el punto de vista práctico, como indiqué en la anterior entrega. También resulta algo inactual cuando en Europa la creencia y práctica religiosas han caído muy fuertemente, en los países protestantes y en los católicos. Se ha definido esta situación como “neopaganismo” – en algo habría triunfado el nazismo después de muerto--, si no fuera porque el paganismo era intensamente religioso. ¿Quizá la religión actual sea la del becerro de oro? En fin, el debate no tendría interés práctico ni actual salvo como una curiosidad respecto al pasado.

  No obstante constato que el debate despierta bastante interés y que en España, al menos, dista de estar superado, pues los tópicos weberianos persisten en la mentalidad común y se divulgan  a través de los medios de forma casi inconsciente (la extendidísima anglomanía deriva de ahí), mezclados con los dislates de Américo Castro sobre la superioridad de judíos y musulmanes. Y contribuyen, desde  luego, a nuestra esterilidad cultural. Así pues, no está tan demás la discusión.

   Ocurre, por otra parte, un fenómeno curioso y que ejemplificaré en la polémica Américo Castro- Sánchez Albornoz. Desde el punto de vista intelectual, y aún  con defectos que he  apuntado enNueva historia de España, el segundo barrió literalmente al primero, y sin embargo en divulgación y popularidad, el ganador fue Castro, y hoy sus enfoques, por contrarios al sentido común que sean, predominan en casi todos los ámbitos, empezando por los políticos (véase el PSOE, Zapatero, Cebrián…). ¿A qué se debe un hecho tan anómalo? Básicamente a que los tópicos castristas se presentan con marchamo progresista,  y son esencialmente antiespañoles. El antiespañolismo o hispanofobia es un rasgo acentuadísimo en la historia intelectual y política española desde la crisis moral del 98 (aunque con importantes precedentes en el siglo XIX). En definitiva, existe un regodeo en pensar que la historia y cultura españolas son un fracaso, una exhibición de inferioridad frente a judíos, árabes, protestantes, a los aztecas o incas (al menos moralmente), en otro tiempo a los franceses o a la URSS (recuérdense los vivas a Rusia y los mueras a España). Todo ello revela una auténtica enfermedad moral e intelectual, cuya última base quizá se encuentra en la vanidad. Los antiespañoles no dicen, en general, que odien a España, sino que quieren “otra España”, imaginada por ellos combinando deseos arbitrarios y a menudo contradictorios. Expresar ese tipo de vanos deseos es lo más fácil, y como la realidad  --histórica y cultural— les opone resistencia, maldicen esa realidad. Entramos así en el reino de las rabietas pueriles.



****Resumiré la cuestión: la tesis weberiana sobre la ética del trabajo protestante y la católica no se sostiene teóricamente (está elaborada tomando los elementos y citas convenientes a la teoría y desechando los contrarios) ni prácticamente (no es verdad que en general los países protestantes sean más ricos ni trabajadores o emprendedores: hay de todo, y además estas cosas varían con el tiempo.


**Por lo que se refiere a España, alcanzó el rango de primera potencia después de concluida la Reconquista, con la salida de la mayor parte de los musulmanes y la expulsión de los judíos (sin que ninguno de estos hechos influyera a favor ni en contra del auge hispano). Mantuvo ese rango durante largo tiempo, e incluso cuando decayó conservó unos niveles económicos no inferiores a los de los países protestantes. Solo en el siglo XIX se abre un foso de verdad, debido al retraso en la revolución industrial (que se remedia en el siglo XX) y al declive de la enseñanza superior y escasez de pensamiento científico (que se han remediado muy a medias). Este último retraso no se debe al catolicismo, en general, sino a un anquilosamiento del catolicismo en nuestro país, cosa muy diferente. El pensamiento científico, como el propio capitalismo, nació en la católica Italia y propiciado, en general, por la Iglesia.

Algunas variaciones sobre la cuestión

**** El planteamiento calvinista puede conducir a la reducción de la vida humana al aspecto económico y, en cierto modo, a la adoración del becerro de oro. De hecho, esa es la mentalidad subyacente a la valoración actual de los países y sociedades (“nivel de vida”, “calidad de vida”, etc., referidas fundamentalmente al consumo). El dinero se convierte en “la medida de todas las cosas”, incluidas las sociedades y el propio ser humano, cuyo valor depende, en definitiva, de su capacidad de compra o capacidad de satisfacción hedonista gracias al dinero (no deja de ser una medida objetiva a su modo). Más aún si ello es un reflejo o al menos indicio, de la “gracia divina”.  Por supuesto, no creo que el señor Vidal defienda al becerro de oro, pues, paradójicamente, el calvinismo se ha caracterizado por una concepción ascética del éxito económico, que se justificaría por sí mismo, al margen y en contra de su uso hedonista. Así, Calvino propugnaba la eliminación del juego, la bebida, el baile y las diversiones en general. Pero está en la dinámica lógica del asunto que la supervaloración del dinero derive desde la austeridad a su contrario  (creo que el próximo fin de semana me publicarán un artículo sobre la salud social: “Hedonismo y suicidio”).



****También creo importante la hipótesis de la evolución del “pueblo elegido por Dios”,  judaico, al grupo protestante de los elegidos por la gracia divina en contraposición al universalismo humanista católico. Y de ahí al pueblo elegido por la selección natural cuando la ciencia darvinista se impuso en el siglo XIX, idea no solo nazi, sino bastante popular, sobre todo en países protestantes.



****A juicio de Calvino, “la podrida y dura cerviz  de los judíos merece que se les oprima sin cesar, sin medida y sin fin y que mueran sumidos en su miseria sin compasión de nadie”.

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