martes, 22 de noviembre de 2011

Reflexiones

No pretendo hacer reflexiones sesudas sobre las recientes elecciones en España donde ha salido ganador el PP, sino comentar brevemente mis impresiones. 

Lo primero que tengo que comentar es que nunca he votado, no soy partícipe de un sistema que tiende hacia la división y nunca a la unión. La democracia lleva en sí un germen autodestructivo, el de los partidos políticos. Partido viene de partir, la sola pertenencia a uno de ellos hace que una parte de nosotros se diluya y no consiga ver la totalidad de las cosas, sino una parte, de hay que que la participación en el llamado juego democrático excluye a una parte significativa de la población de sentirse representado por el simple hecho de ser contrario al partido gobernante. 

Soy español por encima de cualquier consideración relativa a la política. Nunca he visto que los partidos políticos sepan transmitir la importancia de ser español. Desde que la democracia se impuso como sistema de gobierno, siempre me he fijado que han existido dos bandos muy definidos, el de los demócratas o los no demócratas. Si estás con los primeros, genial, si no, malo. Cuando ETA asesinaba a alguna persona, siempre los políticos se apresuraban a decir la palabra demócrata como un imperativo categórico moral, y el no decirlo te colocaba en una posición peligrosa, más exactamente, en la de los terroristas. Pero ahora bien, ¿qué pasa si uno no es demócrata o terrorista? ¿No puede uno sentir el asesinato de una persona de la misma manera? 

El historiador José Antonio Vaca de Osma en su historia de España para jovenes dice en el prólogo que si comparamos la cantidad de años que España ha estado gobernando según los diversos sistemas (monarquía, república, democracia) la monarquía gana por goleada. Este es un hecho que pasa desapercibido, ya que España como país, en su devenir histórico, ha sido más monárquica que otra cosa, y el desprecio a lo que nos ha hecho como nación, nos ha llevado a que ahora mismo estemos saliendo del periodo de gobierno más desastroso que hayamos conocido en España en mucho tiempo y que nos vayamos a adrentar en otro, menos malo, pero no por ello también malo. 

Decía José Antonio que nadie nace un partido político y cuanta razón llevaba. España volverá a ser una nación otra vez cuando nos encontremos en la misma tesitura que en la Reconquista y en la sublevación del 2 de mayo contra los franceses, mientras tanto nadaremos en la mediocridad representada por unos políticos cobardes, que han dejado olvidados en el cajón la garra y genio de España y que sólo gobiernan, con lo peor que pueden tener, su propio ego.  


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