jueves, 10 de noviembre de 2011

Respuesta de Pío Moa a César vidal (II)


 Me critica Luis del Pino no haber rebatido la tesis de César Vidal, que él comparte, según la cual la ética del trabajo llegó mucho antes a los países protestantes que a España. Le contesto que, por economía de esfuerzo, he eludido una guerra de citas y me he centrado en contrastar la teoría de don César con hechos históricos bien conocidos. La teoría mejor hilvanada se derrumba cuando choca con los hechos, y me temo que eso ocurre claramente a la del señor Vidal (para una refutación párrafo a párrafo puede ver este enlace:http://infocatolica.com/blog/espadadedoblefilo.php/1111011050-cesar-vidal-y-el-prejuicio-an)

  Insiste  don Luis en que en España ha sido tradicional la aversión al trabajo y lo sigue siendo en buena medida. Le contesto que se trata de un tópico tan falso como el de España como país de toreros, bandoleros y bailarinas gitanas. Si fuera así, el país estaría económicamente al nivel de Marruecos o peor, y salvo el bache del siglo XIX nos hemos mantenido en una posición muy semejante a la del resto de Europa. Por otra parte, don César cae en cierta perogrullada al atribuir la diferencia de España a su catolicismo. En efecto, en religión España difiere de los países protestantes –que a su vez son muy diferentes entre sí--, pero se parece a los demás países católicos, que son bastantes. En fin, no sé si habré convencido a don Luis o al propio don César, pues estas cosas suelen estar cargadas de emociones.

   He eludido otros aspectos de la tesis en cuestión, pero podríamos ir también a ellos. Por ejemplo a su interpretación del cristianismo. Cita que en el Paraíso terrenal Dios ya encomendó al hombre el trabajo de la tierra. Cierto, pero olvida que después del pecado original el trabajo se convirtió en una penalidad, casi en una maldición: “Ganarás el pan con el sudor de la frente”; y la historia del hombre es, justamente, la posterior a su expulsión del Edén, no la anterior. La Biblia es un libro sumamente enigmático, en torno al cual son peligrosas las interpretaciones parciales. A mi juicio, el mito de Adán y Eva expone, con enorme profundidad, el paso de la animalidad a la humanidad, del instinto animal a la moralidad humana, con sus glorias y sus tremendas cargas. (http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/yave-prometeo-y-naturaleza-humana-manifiesto-gibraltar-es-arbitraria-la-historia-9328/ Tengo otra intervención más larga al respecto, pero no la encuentro ahora).
  
César Vidal centra la cuestión de España en la  economía –aunque de forma discutible, como vamos viendo--, lo cual coincide con cierta visión protestante, pero no tanto con los Evangelios, en los que la riqueza dista mucho de ser el eje de la vida humana y llega a presentarse como un obstáculo a la salvación. Claro que el protestantismo nació muy ligado a la riqueza, y no precisamente adquirida por medio del trabajo. Los príncipes alemanes protectores de Lutero se sentían estimulados por el permiso e incitación de este a saquear los monasterios y los bienes de la Iglesia, “labor” que realizaron a conciencia. A aquellos príncipes no les contagió Lutero nada parecido a una ética del trabajo. Por el contrario, el desprecio a los trabajadores humildes y la extrema codicia les llevaron a sangrar a los campesinos hasta el punto de provocar una rebelión. Los rebeldes creían interpretar las escrituras según Lutero, pero este les desengañó y marcó límites al “libre examen”. El libre examen valía siempre que coincidiese con la interpretación luterana, de otro modo podía ser rebatido a sangre y fuego, como así ocurrió (ver más abajo).
     
 Por otra parte, la ética del trabajo aparece más bien en Calvino. Un problema del protestantismo consistía en la extrema angustia en que deja al hombre acerca de su salvación. Dado que Dios ha decidido desde la eternidad a quienes concederá la gracia, el individuo, incapaz de penetrar los designios divinos y sabiendo que sus obras carecen de valor, nunca estará seguro de si se salvará o no, por mucha fe que se empeñe en profesar. Para calmar la angustia eran precisas señales, y los calvinistas encontraron algunas de ellas en el éxito económico, indicio de la bendición divina. Aunque, repito, es muy difícil encontrar en los Evangelios nada parecido. Por otra parte, ello tiende a convertir implícitamente a la riqueza (adquirida honradamente, se supone) en la medida de la vida humana en este mundo, otra idea que tampoco se encuentra en Jesús. 

  Coherente con su visión economocentrista, el señor Vidal insiste en un nuevo comentario sobre la banca, donde afirma que no existió en España hasta el siglo XIX. La afirmación es muy inexacta. Tampoco rebasa el nivel del tópico al hablar de la expulsión de los judíos (la he examinado con un poco más de detalle en Nueva historia de España), a quienes Lutero y Calvino recomendaban oprimir sin tasa, fin ni compasión. Pero, aparte otras objeciones de detalle,  hay que darle algo de razón en líneas generales: España se retrasó en lo que respecta al desarrollo bancario. Es más, en ese retraso yace en buena medida la causa de su débil industrialización. Pero aquí vuelve a ser incoherente don César, pues dicho desfase no es achacable al catolicismo, dado que fue en los países católicos donde surgió la banca. Aparte de precedentes judíos y otros, basados sobre todo en la usura, fue la católica Orden Templaria la que desarrolló actividades bancarias bastante modernizadas, por no hablar de las también católicas ciudades italianas o de la Taula de Canvi en España. Los banqueros de Carlos I y de Felipe II creo que también eran católicos, y algunos españoles; y en el siglo XVIII tuvimos el Banco de San Carlos. Y  debe admitirse que en los siglos XIX y XX España  recuperó con bastante rapidez el terreno bancario perdido, sin por ello hacerse protestante. También creo interesante el dato de que la industrialización comenzara en nuestro país por Bilbao y Barcelona, capitales, precisamente, de las regiones más tradicionalistas y católicas.
  
   Cabe recordar, por lo demás, que España también quedó retrasada en la piratería y el tráfico negrero, negocios practicados ávidamente por los protestantes holandeses e ingleses, entre otros y que, sobre todo la trata de negros, cimentó buena parte de la prosperidad de esos países (España combatió la piratería con notable eficacia). Es decir, que por espacio de siglo y medio, mientras España descubría, conquistaba, colonizaba, evangelizaba y civilizaba América y el Pacífico, y sus flotas ponían en comunicación, por primera vez en la historia humana, a todas las culturas importantes del mundo y establecían rutas comerciales, los países protestantes apenas pasaban de practicar la piratería y la depredación. Tardaron en superar ese nivel. No siempre las diferencias van en contra de España, como espero sepa apreciar don César.

Fuente: http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/

3 comentarios:

  1. Según la versión que cuenta el tal césar vidal, todos los males del mundo se concentran en la Iglesia católica. No se puede afirmar que no haya existido inquisición en España. Pero, las iglesias protestantes, tienen un expediente oscuro en su historia. Tienen una colección de sádicos en su historia, que acabaron con las vidas de miles y miles de personas, acusadas de presunta brujería, o lo que en aquellos siglos se entendía por brujería. Por no hablar del expolio de monasterios católicos, o de los monjes degollados a manos de las hordas protestantes.
    Pero, a mi, lo que afirme ese señor, me importa una higa. Porque está muy convencido de su verdad. Yo no afirmaría nunca que la verdad absoluta la tiene nadie. Y tomarse de manera literal la Biblia es un disparate; una cosa es encontrar versículos hermosos, sabios, o historias edificantes. Y otra, es tomarse la Biblia al pie de la letra; es algo muy peligroso.
    Porque, basándose en unas frases de la Biblia: "no dejarás con vida a la hechicera", encontraron una justificación para tipificar a la brujería, o presunta brujería como un delito.
    Son espeluznantes, los relatos de quemas de brujas en Alemania, el olor a carne quemada en aquellos siglos, debía ser insoportable.

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  2. De todas formas, respetaré siempre el derecho a expresar sus opiniones, sus ideas a personas como césar vidal. Aunque no esté de acuerdo con sus opiniones, está en su derecho a expresarlas. Yo estoy en mi derecho a no estar de acuerdo con él, o no totalmente de acuerdo.

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